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Similitudes y diferencias

La historia del golpismo y de las injerencias imperialistas en Latinoamérica es larga y a estas alturas bien conocida. El reciente golpe de estado en Honduras bien puede entenderse como el último ejemplo de esa larga lista. Sin embargo, quizá convenga situar este nuevo caso más en términos políticos y regionales actuales que en parámetros puramente históricos. Pues aun cuando este golpe responde a las mismas pulsiones, ambiciones y proyectos totalitarios que todos esos otros golpes, éste se ha desarrollado en un contexto geopolítico bastante distinto de los anteriores.

La gran diferencia es, ante todo, la dinámica endógena que a nivel regional han creado los diferentes partidos políticos y gobiernos que en todo Latinoamérica han dado un giro a las políticas neocoloniales del pasado. Un movimiento que, de diferentes maneras y en diferentes grados, ha tomado cuerpo en todo el continente americano y que amenaza la hegemonía instaurada por los Estados Unidos con la ayuda de las oligarquías locales. Un cambio que se ha generado en las urnas, repletas de votos de pueblos enteros que quieren cambiar el destino que otros escribieron por ellos. Cambios que en muchos casos tienen carácter estructural, como en aquellos en los que se ha cambiado o intentado cambiar las constituciones heredadas, como en el caso de Honduras.

En ese sentido, contextualizar la respuesta de Obama y su Administración frente a las responsabilidades que en este golpe de estado puedan tener miembros o incluso agencias del aparato político estadounidense no es pecar de inocencia. Esa constatación responde sobre todo a la necesidad de señalar dónde se sitúan hoy en día los peligros para el cambio en el continente americano, tanto en el Sur como en el Norte. Peligros que acechan también en forma de golpe o magnicidio a Bolivia y Ecuador, que mantienen secuestradas las esperanzas de pueblos enteros como el mexicano o el colombiano, y que 50 años después siguen teniendo en guardia a Cuba. Pero junto a todos esos riesgos hay que señalar también los que conlleva cualquier tipo de intento de cambio, por pequeño e insuficiente que sea, en la política interna y externa de EEUU.

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