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San Fermin 2009 Sale el sol por la mañana... ...y por la noche salgo yo

¡Qué agusto estamos!

 

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Martxelo DÍAZ

Esto de que el txupinazo coincida con un lunes es de las mejores cosas que te puede pasar. Para el resto de la Humanidad es un día laborable y pese a que muchos estén deseando hacerlo no pueden acercarse a Iruñea.

El resultado es que estos primeros días de Sanfermines son para los de casa. Sin agobios. Sin sobresaltos. Se pueden hacer cosas que en el temido, pero aún lejano, fin de semana se antojan imposibles. Como eso de cruzar la calle Jarauta entera, de punta a punta, sin tener que estar atascado delante del Katu.

O echar un caldico al mediodía en el Iruñazarra sin tener que esperar media hora para poder alcanzar la barra y otra media desgañitándote intentando hacerte entender en mitad de un estruendo ensordecedor. Ahora se puede ir, pedir, el camarero te pregunta si le echa un chorrico de jerez. Le dices que sí. Te le echa. Le pagas. Te lo bebes. Y ya está. Sin mayores complicaciones. El paraíso.

Lo que en otros años se había convertido en una odisea que dejaba pequeña la de Homero, lo de buscar un sitio para comer sin que haya que dejarse medio sueldo como inversión a fondo perdido y sin morir abrasado por el calor en una habitación sin ventanas en la que han apretujado a 50.000 morlacos ya no es una utopía. Se puede hacer. Es tan sencillo como que te hagan una llamada -los móviles, a diferencia de otros años, funcionan porque la red no está saturada y en ocasiones hasta se puede oír lo que te están diciendo- y te suelten algo como esto: «Venid a la calle Aldapa. Estamos muy a gusto. Tenemos mesa en la calle y dentro de diez minutos nos van a poner para comer».

El segundo paraíso del día. La única pega es que hay gente que quiere entrar en coche hasta el corazón de Alde Zaharra, cada vez más peatonalizada, y no le importa la complicada maniobra que tiene que hacer metiendo un Volvo de alquiler -guiris con un coche de matrícula española- en medio de dos filas de mesas con gente comiendo y bebiendo tan ricamente. A riesgo de mandar todo a tomar por saco. Y la gran pregunta es adónde demonios iban. Si por ahí sólo se puede llegar a Nabarreria y Curia, donde no se puede aparcar. Y si se puede, es mejor no hacerlo durante estos días.

O al Herriko de la calle del Carmen y al Arrano. Pero no parecían tener pintas de eso. Si sigues por el Portal de Zumalakarregi vuelves a las piscinas de Arantzadi, a un lugar al que podías llegar directamente desde donde has accedido a Alde Zaharra sin dar tanta vuelta. Y, sobre todo, sin molestar a nadie cuando está comiendo. Que eso está muy feo.

Pero quienes molestan de verdad son quienes quieren ahogar cualquier expresión de reivindicación popular. Después de la actuación de los municipales en la procesión, con puñetazos a la gente incluidos, la nueva ocurrencia es borrar las pintadas de Alde Zaharra. Dos pobres trabajadores de Focsa con un rodillo dejan ilegibles las pintadas mientras media docena de municipales vigila el entorno. La pitada que reciben es de antología. Es que van provocando. Comida y espectáculo, todo en uno. Aunque hay cosas que es mejor no ver durante estos días. Evidentemente, las pintadas que se borran son todas del tipo «Non dago Jon?», «Gora Euskal Herria askatuta» o «Euskal presoak etxera». Son las únicas que molestan. Las que degradan el mobiliario urbano, según la jerga del Ayuntamiento barcinero. Si pones cualquier otra memez, ahí se queda. Permanentemente. Sin mayores problemas.

Por cierto, me comentan que el de ayer era el Día Infantil en el programa. Cientos de niños y niñas acudieron al exterior la iglesia de San Lorenzo para honrar a San Fermín -puede parecer raro, pero San Fermín no tiene una iglesia para él solo, se tiene que conformar con una capilla- para participar en la ofrenda floral.

Quienes van a estos actos me cuentan que es algo muy emotivo. Será así si así lo dicen. Pero mis condiciones físicas no me permiten aguantar una mañana de San Fermín una homilía de Jesús Labari -el párroco de San Lorenzo que este año se jubila, todo un personaje iruindarra- diciendo que los niños son «lo mejor de Pamplona». Por muchos caldicos que me tome.

Aitor MENTA

ra una chica muy mona/ahhhh/que vivía en Barcelona». Mucho nos quejamos del programa oficial, pero al diseñador habrá que agradecerle que nos haya proporcionado un par de «mo- menticos» revival total. A él y al sádico al que se le ocurrió repetir el funeral de Michael Jackson a altas horas de la madrugada, o sea, cuando uno llega a casa en un estado en el que la realidad y la ficción se mezclan.

Por partes. Que los que hacen el programa son unos chungos está claro y ya ha sido suficientemente denunciado en estas páginas. Pero gracias a que trajeron a Fangoria hemos retrocedido a la infancia con ``La bola de cristal'', por ejemplo. En muchos bares han reciclado el mítico vinilo de «que tiene esta bola que a todo el mundo le mola».

¿Y qué decir de Siniestro Total? Recordando momentos como ése que pasamos en Nabarreria a las tantas de la madru- gada, uno tiene que preguntarse forzosamente cómo leches nos hemos pasado tantos Sanfermines sin entonar la no menos mítica historia de la chica muy mona que vivía en Barcelona, que yendo de safari se ligó a un rastafari, que cuando estábamos en cama nos bailaba una sardana, que trabajaba en un vídeo-club y no sabía cantar un blues, que aunque tenía michelines se vino a los Sanfermines, que delante del toro corría y ella mucho se reía, hasta que una mala cornada la dejó allí tirada.

Todavía no nos habíamos recuperado del susto cuando aumenta el grado de surrealismo. Si el año pasado hizo furor lo de «Dame veneno que quiero morir, dame veneeeeno», la banda sonora más casposa de esta edición puede ser ésta: «Necesito respirar/descubrir el aire fresco/y sentir cada mañana/que soy libre como el viento». Una de esas piezas que alguien nos grabó a fuego en el subconsciente hace mucho tiempo y que se han quedado ahí, ocupando un montón de neuronas que a estas alturas de la fiesta nos vendrían bien para otros menesteres.

Se abre un encendido debate para ver quién es el perpetrador de una pieza tan sublime. Una consulta en Youtube nos regala otro momento impagable: se llamaban Medina Azahara y llevaban unos pelucones de quitar el hipo.

De los 70, a los 80. El debut de Luziano en el Arrano despierta la lógica expectación. Enseguida queda claro que el repertorio es el clásico: Todo el que no baile tararín tararán y otras cosas ciertamente impublicables.

Entre la chusma ansiosa de increpar a las autoridades avistamos otro mito: Tonino Carotone. Si te ve Berlusconi, te capa, jodido.

Pero todo esto se queda corto al llegar al sofá. Uno pone el telexto para ver cómo va la crisis de Honduras y se encuentra con el apoteósico funeral de Michael Jackson para terminar de joderla. Para un día que nos vamos pronto a casa...

Sólo estamos a día 8 y se han confirmado los peores presagios: gentes habitualmente estáticas y con reconocida incapacidad para mover a la vez una pierna y un brazo han sido vistas ya bailando «Billy Jean», y el «Thriller» debe estar al caer. Y todo eso ocurre en un bar «oficial», o sea, del programa de mano del que no se separan los hermanos guipuzcoanos. Una cosa es que haya que abrirse a nuevos sectores políticos, y otra que en bares que se presentan como independentistas te reciban con Perales. Lamentable que pasen estas cosas.

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