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San Fermin 2009

Los Cebada mandan al hospital a un madrileño, un australiano y un suizo

Esta vez no fueron los Cebadas asesinos de costumbre, pero dejaron su huella con la primera cornada de los Sanfermines. Más que de pitonazo habría que hablar de puntazo, porque la víctima, un madrileño de 24 años, pudo dejar las dependencias hospitalarias sólo unas horas después de sufrir la embestida en el glúteo. Un australiano y un suizo fueron llevados también en ambulancia por sendas contusiones que no revistieron gravedad.

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Ramón SOLA |

Dos encierros y ni un hospitalizado de gravedad. Y eso que los Cebada Gago, los más temidos, ya han pasado por Santo Domingo y Estafeta. Dejaron su pequeña señal en forma de puntazo en el glúteo de un joven ma- drileño de sólo 24 años. Pocas horas después, el mozo era dado de alta, al igual que las otras dos personas que han sido atendidas de sus heridas en centros hospitalarios.

También fue atendido en los servicios de Urgencias del Hospital Virgen del Camino un australiano de 24 años que respondía a las iniciales J.C.O. Se había caído en la calle Mercaderes y presentaba una contusión craneofacial con herida en el cuero cabelludo. Nada grave.

El tercer damnificado de cierta consideración era un suizo de 36 años, que se llevó un topetazo en Estafeta, con resultado de una fractura en la meseta tibial. Como sus dos compañeros de fatigas, por la tarde pudo volver a pisar la calle.

La carrera fue mucho más limpia de lo que se podía prever con el historial que tienen los Cebadas y con la multitud reunida en el recorrido (las fiestas todavía no pesan). El único derrote fue el de Estafeta, y pasó desapercibido para quienes vieron la carrera a través de las cámaras de televisión.

Los toros completaron el recorrido a ritmo mucho más vivo que los Alcurrucén de la víspera, pero eso no se tradujo en cornada alguna, ni siquiera en empellones que pudieran dejar magullado a algún corredor.

Pasados los dos minutos y diez segundos, toda la torada estaba ya en la Plaza, aunque alguno se hizo el remolón a la hora de enfilar los corrales y eso obligó a que el cronómetro se fuera un poco más allá de los dos minutos y medio.

Hasta entonces hubo muy poco que contar. Ni siquiera la entrada en la curva de Estafeta deparó alguna emoción. Los morlacos parecen haber aprendido a marcar el trazado, y en estas dos primeras carreras ni siquiera han olido el vallado.

Posteriormente, lo que durante la primera parte del recorrido fue un grupo muy compacto empezó a partirse en pequeños pedazos, pero sin que ninguno de los bureles se despistara del todo y buscara el cuerpo de los corredores

Elena Torres, voluntaria

Tras la vertiginosa carrera llegó la hora de recontar los heridos. En total, 44 personas fueron atendidas por la Cruz Roja, pero casi todas por las vaquillas y no por los toros. Como anécdota, en el tramo de Telefónica se contó como voluntaria destacada con la presidenta del Parlamento de Nafarroa, Elena Torres, que es diplomada en enfermería.

Los toros de Cebada Gago fueron estoqueados horas después por los diestros Antonio Barrera, Sergio Aguilar y el navarro Francisco Marco. No fueron todos, ya que uno de ellos se había lesionado por la mañana y fue sustituido por el sobrero.

La corrida no dio mucho de sí. El torero de Lizarra Francisco Marco no pudo brillar ante su público y acabó desesperado en su única tarde en la Feria del Toro después de muchos meses esperando este momento. En su honor hay que decir que le tocó el peor lote de la tarde. Antonio Barrera sí logró llevarse una oreja merecida, y Aguilar agradó en algunos momentos pero no acabó de rematar.

EN EL GLÚTEO

El único empitonado de las fiestas hasta ahora es un joven de Madrid que responde a las iniciales F.P.P. y fue cogido en un glúteo. Lo trasladaron al Hospital Virgen del Camino, de donde salió luego por su propio pie.

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