Si Cyrano fuese mujer
«Háblame de amor»
Silvio Muccino quiere dejar de ser simplemente un rostro popular del cine italiano y, siguiendo los pasos de su hermanísimo Gabriele, convertirse en todo un cineasta. Para ello, debuta en la dirección con «Háblame de amor», que también ha escrito a partir de su propia novela. De momento, ha conseguido que la película sea un éxito en Italia, gracias a la identificación del gran público con su faceta de joven actor de comedias y melodramas románticos.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
Silvio Muccino es un rostro muy popular en Italia, lo que condiciona un tanto las razones de su éxito frente al de su hermano Gabriele, que ha triunfado detrás de la cámara. Tal vez por eso, también quiere ser cineasta y ha debutado en la dirección con «Háblame de amor», tras ir adquiriendo experiencia como guionista y escritor. Desea encontrar su propio estilo, consiguiendo que su ópera prima no se parezca al cine de su hermano, en tres de las cuales ha actuado. En estos diez años de carrera, gracias a que empezó a la edad de diecisiete, ha aparecido en comedias y melodramas de vocación romántica. Los sucesivos taquillazos de «Manuale d'amore» y «Enemigos íntimos», le han convertido en alguien familiar fuera de sus fronteras, y ahora el reto es conciliar esa popularidad con ciertas pretensiones o inquietudes artísticas. Como fruto de dicha ambición, «Háblame de amor» no es un primer largometraje modesto, sino que ha contado con medios suficientes para mostrar un acabado formal brillante potenciado por una promoción importante.
En «Háblame de amor» no hay referencias explícitas a las películas de Gabriele Muccino, debido a que Silvio se nutre de los clásicos del cine francés a la hora de buscar retratos de amores poco convencionales. Y así se fija en la pareja que hacían Belmondo y Jean Seberg en «Al final de la escapada», aunque el tono general recuerda más al Claude Lelouch de «Un hombre y una mujer» que a la Nouvelle Vague de Godard.
Todo ello está filtrado a través de la influencia de Bertolucci y «El último tango en París», extensible a alguna imagen de «El conformista». En lo argumental, toma aspectos de la rebeldía social de «Harold y Maude», de Hal Ashby, provocando un aire anacrónico al mostrar los fuertes contrastes entre clases opuestas.
Aitana Sánchez-Gijón es la figura clave dentro del reparto femenino y, en esta película, rodada en su Roma natal, tiene la oportunidad de volver a actuar en italiano, de lo que nos priva la versión doblada. Su papel está inspirado en Cyrano de Bergerac, porque hace de guía del joven inexperto que quiere conquistar a su amada. No será fácil, ya que no podrá ejercer de profesora todo el tiempo y, a medida de que los sentimientos olvidados vayan aflorando, volverá a verse seducida por el amor y a comportarse como una alumna en brazos de su teórico discípulo. Llevaba años intentando anestesiar el dolor de la pérdida de su anterior pareja, como si el tiempo se hubiera detenido para ella, pero en el deseo de su nuevo amigo encuentra el camino de la redención para vencer el complejo de culpa arrastrado.
Se conocen por un accidente de coche, cuyo impacto les lleva a coincidir de forma tan brusca como trascendente. A pesar de que él es mucho más joven, se produce una identificación entre ambos, y es que este chico surge igualmente, aún siendo un veinteañero, de un pasado doloroso. En su caso, está relacionado con la muerte de sus padres toxicómanos, suceso traumático que le ha llevado a trabajar con otros drogadictos en un centro de rehabilitación, donde ha proyectado la figura paterna ausente hacia el responsable de esa comunidad. A la vez, cree hallar su primer y gran amor en la hija del benefactor del centro, una mimada chica aristocrática a la que le será difícil acceder, con o sin la ayuda de su hada madrina. Porque no todo es de color de rosa en «Háblame de amor», en cuanto que las duras experiencias vividas por los protagonistas conllevan, al margen de su estabilidad económica, un desequilibrio emocional como motor melodramático. El que il bello Silvio ayude a desengancharse de la droga a otros no quiere decir que no sufra de adicciones inconscientemente heredadas, como pueda ser la ludopatía.
«Háblame de amor» no es un primer largometraje modesto, sino que ha contado con medios suficientes para mostrar un acabado formal brillante potenciado por una promoción importante.
Los mismos años que Silvio Muccino lleva actuando los lleva también Gabriele dirigiendo, ya que el hermano pequeño actuó en su segundo largometraje de 1999 «Come te nessuno mai», así como en los siguientes «El último beso» y «Ricordati di me». Títulos con repercusión internacional que llamaron la atención de Hollywood, siendo el actor Will Smith quien lo contrató para ser su director europeo en los proyectos de prestigio. No se equivocó porque, tanto «En busca de la felicidad» como «Siete almas», le han devuelto el favor de la crítica norteamericana. Ahora Gabriele regresará a Italia con «Baciami ancora». M.I.