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Perdonan impuestos, pagarán intereses

Patxi López adelantó ayer que su Ejecutivo recurrirá al recorte del gasto y al endeudamiento para cuadrar las cuentas públicas de 2010. El lehendakari atribuye a la crisis el importante descenso en los ingresos de las arcas públicas vía impuestos, al que pretende hacer frente «con valentía», según afirma, limando en el presente ejercicio 600 millones de euros a las previsiones de gasto en los diferentes departamentos de Lakua, con el recorte de gestión que ello significa, y solicitando créditos por valor de 1.750 millones de euros para poder cumplir con los compromisos adquiridos.

López demuestra de esta manera una forma muy curiosa de mostrar «valentía». Por un lado, recortará servicios y prestaciones a los ciudadanos, precisamente en un momento en que las necesidades se incrementan por el efecto de la negativa coyuntura por la que atraviesa la economía. Por otro, recurrirá al endeudamiento a costa de los bolsillos de sus administrados, que es de donde terminará saliendo el dinero para sufragar los intereses de los préstamos. El recurso al endeudamiento por parte de las administraciones ha sido una práctica muy corriente en el pasado para poder hacer frente al desequilibrio entre las necesidades de inversión pública y la escasez de ingresos. El problema viene cuando el desequilibrio financiero, por mucho que se esconda tras la crisis económica, ha sido creado por la propia administración que recurre al crédito.

Las haciendas vascas llevan años bajando el impuesto de sociedades a las empresas, regalando cientos de millones de euros a una iniciativa privada a la que exime de una tributación que grava los beneficios, puesto que sólo aquellos que ganan dinero tienen la obligación de pagar. Con crisis o sin crisis, son muchas las empresas que siguen haciendo lucrativos negocios y, sin embargo, contribuyen cada año menos al erario público por cortesía de Hacienda. Ahora, con las cuentas en números rojos, los nuevos inquilinos de Lakua no se molestan en revisar una política fiscal profundamente contraria a la redistribución de la riqueza. Es más fácil hablar de crisis y apretar el cinturón a los de siempre.

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