Raimundo Fitero
A tiro limpio
Se ha despedido la sexta temporada de “Los hombres de Paco” y en su última entrega, logró un audiencia como en sus mejores tiempos. Para ello recurrió a la truculencia, a la sangre y a los muertos y heridos. Una de las entregas de mayor violencia, a tiro limpio, como si trataran los guionistas de solucionar varios problemas. Por un lado resolver asuntos contractuales, a personaje muerto, actor al paro. Con excepciones, y en esta serie ya hubo una marcha atrás con el personaje de Lucas que interpreta, Hugo Silva, que al final se quedó con la chica. O sea, dejan una de las tramas bien engrasada para la vuelta.
A veces pienso que después de “El equipo A” es difícil que se puedan plantear escenas de tiroteos con mayor cantidad de balazos perdidos, más efectos especiales visuales y menos efectividad en el tiro. En esta escuela de acción televisiva se debe encuadrar la despedida de los maderos de Paco, pero con unas incongruencias bastante cercanas al absurdo y que seguro entrarán en los vídeos de las escenas de mayor incredulidad debido a su mal planteamiento y su pésima realización. Eso sí, aquí murieron unos cuantos. De la trama, ni me acuerdo, quizás no era lo importante, y como me viene pasando reiteradamente con esta serie, en cuanto cortan para los anuncios, al primer zapeo me olvido de ellos.
Y ese olvido me llevó a ver un reportaje bastante elaborado sobre los cayucos, realizado en África, en algunos de los puertos desde donde supuestamente parten hombres, mujeres y niños en la búsqueda de una mínima esperanza. El reportaje que emitió el canal 24 horas, nos mostraba, sin excesos dramáticos a los protagonistas, visitando los campamentos donde esperan cientos de jóvenes la oportunidad de escapar de una situación que por lo narrado, se nos presenta como inaguantable, insostenible. Los problemas circunstanciales de los viajes, las mafias, los abusos son poca cosa si lo comparamos con lo que está sucediendo con las poblaciones que no emprenden el viaje, sino que resisten en situaciones penosas en sus países expoliados por las grandes potencias. Yo diría que es un polvorín que cualquier día acabará a tiro limpio.