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Floren Aoiz www.elomendia.com

Estabilidad institucional

Los agentes políticos están buscando su sitio y el PNV quiere encontrar uno que no será el que representaba Ibarretxe en las anteriores legislaturas

Más allá de polémicas sobre ocupaciones militares españolas de ciertas cimas, ya está bastante claro que el PNV no tiene la menor intención de echarse al monte. No es que cabría esperar alardes de dignidad en los dirigentes de este partido, pero uno tiene la sensación de que no han sido capaces de disimular ni un solo mes más.

La propuesta de estabilidad institucional realizada por los jeltzales confirma su voluntad de buscar acomodo en el nuevo escenario político asumiendo la legitimidad de un Patxi López llegado a Ajuria Enea gracias a una decisión judicial. Y no sólo esto; indica que el PNV descarta cualquier política de alianzas con sus antiguos socios en el tripartito. No tienen ganas de aventuras ni de riesgos en el EBB y toca jugar las cartas para perder lo menos posible y buscar nuevos conchabeos en el futuro. Lo han llamado estabilidad institucional, pero podían haberlo definido como un seguro a todo riesgo para las poltronas que aún conservan.

Recuerdo los tiempos en los que los jefes del PNV rechazaban el derecho de autodeterminación. No he olvidado que más tarde, forzados por la realidad, se subieron al carro del derecho a decidir y pretendieron apropiarse de un discurso contra el que llevaban años arremetiendo. Con la cresta en la cabeza, diseñaron planes, prometieron consultas y juraron y perjuraron que nunca echarían marcha atrás. El que más prometía fue el primero en marcharse a casa tras los resultados de las elecciones vascongadas, y tras él quedó un partido cada vez más escorado hacia el espíritu del Arriaga.

Ahora están enfrascados en una búsqueda de la complicidad con el PSOE. Algunos dicen que, sobre todo, para salvar la Diputación de Araba. Creo que detrás hay más que unos movimientos coyunturales: los agentes políticos están buscando su sitio y el PNV quiere encontrar uno que no será el que Ibarretxe representaba en las anteriores legislaturas.

No deja de tener su gracia que se quiera dar estabilidad a unas instituciones surgidas del pucherazo. El PNV, que tanto se ha quejado de las trampas en las elecciones al Parlamento de Gasteiz, nunca ha hecho lo propio con el juego sucio que tan buenos resultados le ha ofrecido en otros espacios. Ahora, con la excusa de la crisis económica, borrón y cuenta nueva, cada uno se queda con los escaños que ha podido birlar y aquí no pasa nada. Estabilidad institucional, ¡qué graciosos!

Estabilidad y normalidad son la antítesis de la situación política en nuestro país. Es imposible hablar de estabilidad cuando, además de impedir que la sociedad decida qué quiere ser, se persigue a la gente por sus ideas y se violentan los resultados electorales para crear falsas mayorías. Una situación que el PNV llama ahora a consolidar y legitimar.

Dicen estabilidad pero quieren decir inmovilismo y Euskal Herria necesita cambios. El agua lleva demasiado tiempo estancada: no necesitamos nuevas presas que impidan el paso de la corriente. Reinventar el lazo azul o añorar a Ardanza tampoco son soluciones: eso es más pasado y nadie necesita repetir viejos errores. Es tiempo de inventar nuevos caminos y pensar nuevos escenarios. No de estabilizar el desastre.

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