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Raimundo Fitero

Hipócrates

Según noticias de última hora el corte de puntuación para estudiar medicina está en ocho coma ocho.  Esto quiere decir que las series televisivas, los anuncios de dermoestética, los conflictos bélicos globalizados y los responsables de Salud están haciendo una gran labor para despertar vocaciones. Con esta puntuación media tendrían que estudiar ingenierías, pero prefieren la bata blanca, el mono aséptico azul o los guantes de quirófano. Si nos atenemos a las series de producción estatal o de importación se liga bastante más en un hospital que en las comisarías o bares y discotecas. Bueno, donde se entrenan para ligar es en el instituto, pero la publicidad subliminal funciona de manera excelsa en todo aquello que tiene que ver con la vida y la muerte.
“Anatomía de Grey” se va despidiendo de temporada y plantea el amor, la muerte, la enfermedad, las ambiciones, pero siempre en ese tono de emociones superadoras de cualquier coyuntura dramática. Es una serie de médicos, enfermeras que ha atrapado por visualizar la vida privada de los galenos y demás estamentos sanitarios. Tiene nivel interpretativo, unos guiones que mezclan hábilmente lo privado con lo público, que pasan de una escena de amor a una operación a corazón abierto sin apenas despeinarse, como demostrando que la vida de los que han realizado el juramento hipocrático se mueve entre esas pulsiones, y que la convivencia en un lugar como un hospital es caldo de cultivo para despertar las pasiones, los amoríos y los desencuentros.
Más o menos esto se reitera en otras series, pero se cruza con la tosca realidad, con la circunstancias, con lo cotidiano, y el caso del pequeño Rayan, las declaraciones atribuladas de un gerente de hospital, la postura tomada por las enfermeras pidiendo presunción de inocencia, del colegio de enfermería reclamando investigación seria y de los políticos de cabecera, colocan a Hipócrates en un lugar tan lejano que nos parece podría lanzar un anatema contra los que utilizan su nombre en vano. Los que más repelús provocan son los que anuncian clínicas, pegamentos de dentaduras, curadores mágicos de colesteroles y otros sujetos tan poco recomendables.

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