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Los sindicatos franceses temen que se generalice el trabajo dominical a todos los sectores

Una nueva ley que modifica las relaciones laborales está a punto de ser definitivamente aprobada en el Estado francés. Si no hay imprevistos, en adelante el trabajo dominical podrá realizarse en zonas turísticas sin contrapartidas especiales para los empleados.

La Asamblea Nacional ha aprobado esta semana una ley que permitirá derogar en zonas turísticas y grandes aglomeraciones la prohibición de trabajar los domingos. El debate sobre el proyecto de ley preparado por el diputado de la UMP, Richard Maillé, ha sido cuando menos crispado. La propia determinación de lo que es o no zona turística ha sido objeto de grandes discusiones. Y es que, aunque pueda parecerlo, no se trata de algo intrascendente porque cara al Código de Trabajo en esa definición entrarían unas 500 localidades del Estado mientras que si se basan sobre el Código de turismo serían diez veces más por lo menos. Para aclarar este punto, la Asamblea ha aceptado una enmienda que especifica que la derogación se aplicará en las «zonas de interés turístico» y no en las de «afluencia turística». Únicamente podrá autorizarse el trabajo en domingo en las zonas calificadas «de interés turístico» previa solicitud del alcalde al prefecto que será quien la conceda.

La medida puede tener consecuencias importantes sobre todo para los empleados de tiendas y comercios ya que, cuando se ponga en vigor, el patrón no estará obligado a ofrecer contrapartidas por hacer trabajar a sus empleados en domingo o festivo al contrario que en las tres grandes aglomeraciones -París, Marsella y Lille- donde también podrá aplicarse la derogación pero con compensaciones para los trabajadores.

Las enmiendas que han ido aprobándose en el intenso debate parlamentario sobre la voluntariedad del trabajo dominical o la posibilidad de negociación sindical respecto a las compensaciones no son preceptivas por lo que para sindicatos y partidos de izquierda, sigue siendo igual de inadmisible.

Además, la polémica no se ha circunscrito a los ámbitos políticos y sociales. Varios prelados de la Iglesia católica también han expresado su rechazo. Es el caso del arzobispo de Estrasburgo que ha tildado la ley de «antibíblica» por «no respetar el día del Señor» o el del mismo Monseñor Aillet, obispo de Baiona que, en su caso, ha centrado más su crítica en el «carácter antisocial» de la ley.

En lo que respecta a Ipar Euskal Herria, los municipios de la costa labortana e incluso alguno del interior como Donibane Garazi podrían verse afectados por esta disposición que, si no hay imprevistos, se aprobará definitivamente en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del 24 de julio una vez que haya superado el examen del Senado donde se encuentra actualmente.

Habitual en donibane lohizune

Hoy en día el trabajo dominical no es algo inhabitual en ciertas zonas comerciales de localidades como Hendaia o Biarritz pero, sin duda, será Donibane Lohizune donde se podrán sentir más rápidamente las consecuencias de la nueva ley porque la mayoría de los comercios y tiendas del centro de la ciudad costera están abiertos prácticamente durante todo el año.

Sin embargo, atrapados en la vorágine de turistas que pululan en las principales calles comerciales en esta época, al día siguiente de aprobarse la ley no parecía ser un tema que haya suscitado fuertes reacciones entre los trabajadores. Así, algunos reconocían que «habían oído algo» pero, en general, no estaban muy al corriente. La dueña de un establecimiento de moda declaró abiertamente no tener idea de ello pero aseguró que ella seguiría pagando a sus empleadas el doble por trabajar en domingo y otorgándoles un día para recuperarlo entre semana.

Esas son las condiciones que hace no tantos años acordaron entre sindicatos y propietarios de los comercios lohizundarras para compensar el trabajo dominical. Una dependienta de otra tienda manifestaba que si se anulan estas contrapartidas, se planteará muy en serio cambiar de trabajo: «Aquí los sueldos son el mínimo obligatorio (SMIC) por lo que el trabajar los festivos nos permite aumentar un poco nuestros ingresos. Si en adelante no va a ser así, no habrá nadie a quien interese hacerlo». Una aseveración que podría interpretarse más como un deseo que como la realidad en la que puede convertirse -y extenderse a todos los sectores laborales como lo temen los sindicatos- que abolirá uno de los avances sociales más antiguos en el Estado francés.

Arantxa MANTEROLA

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