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Ferguson da una nueva oportunidad al otrora «golden boy» de inglaterra

Las lesiones han lastrado la carrera de Michael Owen. Balón de Oro en 2001 y niño prodigio que asombró en el Mundial de Francia de 1998, había quedado libre tras el descenso del Newcastle. El United, en plena reconstrucción, le dará una nueva oportunidad en el gran escaparate.

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Beñat ZARRABEITIA

Nacido el 14 de diciembre de 1979 en la localidad de Chester, Michael Owen estaba destinado a marcar una época en el alicaído fútbol inglés. Fuera del Mundial de EEUU, con la Premier en plena crisis post hooliganismo y la depresión por perder la Euro que habían organizado, los aficionados estaban huérfanos de ilusión. Sin embargo, en los compases finales de la 96-97, se produjo el debut liguero de uno de esos niños prodigio llamados a ser alguien en el fútbol. Se trataba de Owen que, con apenas 17 años, marcó un gol en su estreno con el Liverpool ante el Blackburn.

La siguiente campaña, la lesión de Fowler le otorgó más protagonismo dentro del equipo red y Owen no defraudó. Se convirtió en el máximo goleador de la Premier con tan sólo 18 años y consiguió hacerse un hueco en la lista de Glenn Hoddle para el Mundial jugado en el Estado francés. Allí, se consagró ante el gran público global con un impresionante gol ante Argentina. En un duelo siempre marcado por el morbo, la Guerra de las Malvinas y los goles de Maradona en México en el recuerdo, Owen sobresalió con un tanto espectacular. Arrancó con la pelota en su campo y, tras superar a todos los zagueros albicelestes que le salieron al paso, batió a Roa. Pese a ello, los pross quedaron eliminados en la tanda de penaltis, su particular agujero negro. El partido quedará también en el recuerdo porque Beckham cayó en la provocación del inefable Simeone y dejó a su equipo con diez. Los tabloides tardaron años en perdonárselo.

Verdugo del Alavés

A la vuelta del Mundial, Owen siguió a lo suyo. Marcando y creciendo sin parar. 2001 fue un año clave en su carrera, el Liverpool consiguió alzarse con la UEFA, ante el Alavés en la mítica final de Dortmund, y la Copa de la Liga. Dos éxitos que hicieron recuperar la autoestima a un club que había quedado marcado por las tragedias de Heysel y Hillsborough. Junto a ello, el hat-trick que logró en el histórico uno a cinco que Inglaterra le endosó a Alemania, su eterno rival, en Múnich, fue clave para que Owen se hiciera con el Balón de Oro.

Doce meses después volvió a participar y marcar en el campeonato del mundo de Japón y Corea. Inglaterra, con Eriksson en el banco, llegó con ilusiones renovadas pero volvió a caer con un error personalizable. En este caso, el «responsable» fue el meta David Seaman, que se tragó un lanzamiento de falta de Ronaldinho en cuartos. En lo doméstico, Owen anotó su tanto número 100 en la Premier y su acierto fue clave para que el Liverpool ganase la FA Cup ante el Manchester United en Cardiff.

La Llegada de Rafa Benítez a Anfield precipitó su salida del club. El español quiso abrir un nuevo ciclo y el delantero tomó el camino inverso al técnico y firmó por el Madrid. Fue el cuarto Balón de Oro que juntó Florentino Pérez en su primera etapa, pero la descomposición de su proyecto basado en «Zidanes y Pavones» ya estaba en marcha. Owen cumplió dignamente marcando 18 goles en 41 choques, pese a no ser titular. Una situación que le acabó obligando a salir de la entidad blanca toda vez que los merengues firmaron a los brasileños Robinho y Baptista. Su nuevo destino fue el Newcastle. Lugar donde inició su calvario. Las lesiones han sido una constante desde entonces, siendo la más grave la que se produjo con Inglaterra durante el Mundial de Alemania, único campeonato de selecciones en el que Owen no ha conseguido marcar. El tobillo, la rodilla y los problemas musculares han sido un martirio. Y en lo deportivo e institucional, además, a las magpies no les ha ido nada bien. Problemas con los propietarios, malos resultados en el verde, descontento del público por el cese de un mito como Keegan y, finalmente, el descenso a la First Division.

Una vez desvinculado del Newcastle, Owen envió a diversos clubes un dossier con catálogo y DVD incluídos en los que ofrecía sus servicios. El Manchester United ha sido quien se ha llevado el gato al agua. Ferguson, sabedor de que se va a enfrentar a una nueva reconstrucción -ya acometió con éxito los procesos inmediatamente posteriores a las marchas de Cantona y Beckham-, ha apostado por un futbolista veterano que ya le ha dado rendimiento inmediato en su primer partido amistoso, anotando el gol definitivo que le dio la victoria ante el Malaysia. Un tanto de pillo, «que es lo que esperamos de él», destacó su nuevo entrenador. El papel de Owen puede ser determinante para hacer olvidar el rol que cumplía Tévez, ahora en el otro bando tras fichar con el City.

Para el delantero se trata de un reto personal innegable. De su rendimiento dependerán en buena medida las opciones del United para reeditar el título liguero y su participación en el Mundial de Sudáfrica. Por el momento, junto al ecuatoriano Valencia, jugador de banda procedente del Wigan y el extremo francés Gabriel Obertan, procedente del Girondins y que ha abierto las puertas del campeón francés al ex osasunista Plasil, los red devils han confirmado tres fichajes y se espera que durante el verano llegue a Old Trafford algún jugador más.

Otro tema bien distinto será saber cómo se han tomado en Anfield Road, antigua casa en la que Michael Owen fue idolatrado, su llegada al eterno rival de los reds. Veremos, pero está claro que pese a la millonaria marcha de CR7 al Madrid, la Premier no pierde un ápice de interés.

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