GARA > Idatzia > > Kultura

CRÓNICA Festival de jazz de Gasteiz

«Vitoria suite»: Apogeo, clausura y balance final

El afamado pianista, compositor de estudio y responsable de algunos de los éxitos más sonados del soul y el rhythm and blues de New Orleans, Alain Toussaint, tuvo el envenenado privilegio de abrir en solitario la jornada de clausura en Mendizorrotza.

p040_f01_199x116.jpg

Javier ASPIAZU

Acompañándose al piano desgranó con su voz levemente nasal, resultona como mucho, algunos de los hitos que han marcado su carrera, y varios de los temas pertenecientes a «The Bright Mississippi», el último álbum a su nombre. Este potpurrí de canciones, preferentemente de amor, y citas instrumentales, desde melodías populares a pasajes sinfónicos, no careció de cierta gracia. Aunque, si les soy sincero, se me ocurren docenas de artistas y grupos de más entidad mucho más adecuados para actuar en un festival de estas características que el simpático Toussaint y sus amables cancioncillas.

Y a pesar de lo encantado que parecía el sureño con el público de Mendizorrotza tiene que resultar duro para un artista, un privilegio envenenado como decía, ser considerado un ligero entremés para anticipar el plato fuerte, el suculento banquete musical (al menos en teoría) que había de disfrutarse a continuación. Tal es lo que esperaba la multitud que abarrotaba el Pabellón para ver la versión definitiva de la «Vitoria Suite» de Winton Marsalis al frente de la Lincoln Center Jazz Orchestra.

Pero la realidad y los deseos no siempre coinciden y una vez más comprobamos que no es lo mismo interpretar que componer. Y que se puede tener genio para una cosa y no estar demasiado dotado para la otra.

Ajeno a las aportaciones de las big bands de vanguardia, da la impresión de que el estilo compositivo de Winton, se ha quedado un tanto antañón y trasnochado. En esta versión definitiva de la suite, Marsalis evitó los ingenuos acercamientos al flamenco de hace tres años (y cuando lo hizo, como en la «Bulería el Portalón», fue de la mano de Chano Domínguez), divertidos de tan kitch como resultaban, pero en cambio, varios de los nuevos movimientos carecían de emoción y se asemejaban a aquellos pasajes incidentales de viejas bandas sonoras en las que se abusa del cliché latino. Por eso, y a pesar de su calidad de impostadas, de metidas con calzador, las escasas intervenciones del grupo de Chano Domínguez, insuflaron nuevos aires, vivificadores, a ese conjunto tópico, irregular y disperso que fue la «Vitoria suite».

En cualquier caso, tanta fidelidad y buena disposición hacia la capital gasteiztarra por parte de uno de los mejores músicos del mundo, se merece, sin duda, la Medalla de Oro de la ciudad que le fue concedida ayer al trompetista de New Orleans.

Terminaba así esta 33ª edición del jazzaldia gasteiztarra que ha sorteado con bastante dignidad la crisis. Y aunque ningún concierto ha llegado a la excelencia, como el año pasado, varios han alcanzado un buen nivel: el del sobrevenido trío de Brad Mehldau, el homenaje a Kind of Blue a cargo de la banda de Jimmy Cobb, el del cuarteto de Steffano di Battista o el de la explosiva Dee Dee Bridgewater (incluso el de los tres bajistas si me apuran). Los talentos estatales, Raynald Colom y Llibert Fortuny («Tryphasic»), no defraudaron y la «konexioa» de Gonzalo Tejada con Ingrid Jensen dejó exquisitos detalles de calidad.

Un balance más que aceptable para esta época de incertidumbre económica. Cualquiera lo suscribiría.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo