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CRÓNICA Salud laboral

Perder el empleo o el miedo a hacerlo acarrea el repunte de ciertas dolencias

Que la pérdida del empleo puede derivar en cuadros de ansiedad y frustración no es nada nuevo y más en una situación de incertidumbre ante el devenir de una crisis global en la que la mayoría no ha visto aún la luz al final del túnel. No obstante, los problemas de salud están ahí y hay que identificarlos para saber lo que nos pasa y pedir ayuda.

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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) denunció recientemente que el trabajo en unas condiciones inseguras es «una tragedia humana» y advirtió de que la recesión mundial podría acarrear un aumento de la sinisestralidad laboral. «Gran parte de esta tragedia, que cada año azota a millones de trabajadores, pasa inadvertida: ni se ve ni se oye hablar de ella, y ello pese a que mucho podría hacerse por evitarla», subrayó entonces el director del organismo, Juan Somavia.

Además, la OIT señalaba que por efecto de la propia crisis, «la reducción del gasto público también comprometerá la capacidad de los inspectores del trabajo y de otros servicios de seguridad y salud en el trabajo. Las condicions precarias de trabajo aumentarán, sumándose el riesgo de accidentes y enfermedades».

Y tras la advertencia repleta de lógica en una situación de crisis, llegaron los datos, que afloran aquí y allá a falta de cifras globales que dén una muestra de la dimensión del problema. Semanas después de la aparición de la denuncia de la OIT trascendió, por ejemplo, que el 96% de los trabajadores en el Estado español tiene problemas de insomnio relacionados con el trabajo y el mismo estudio precisaba que al 81% de los encuestados les quita el sueño la búsqueda de empleo.

El problema no se queda en un cuadro de insomnio. Algunos investigadores alertaron de que perder el trabajo puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular y un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston (Estados Unidos), señalaba que entre obreros o ejecutivos que perdían su trabajo, las posibilidades de empeorar su salud aumentaban un 54% y entre quienes no padecían enfermedades, aumentaban en un 83% las probabilidades de que se produjera algún trastorno.

El estudio examinó ya a principios de esta década el comportamiento de una varedad de profesionales ante cierres de negocios y ha servido de base para acdvertir hoy, en plena crisis, de que «en la economía actual perder el trabajo le puede pasar a cualquiera», por lo que «necesitamos ser conscientes de las consecuencias para la salud de la pérdida de nuestro trabajo y hacer lo necesario para aliviar los efectos negativos».

La Sociedad Española de Medicina familiar y Comunitaria, pos su parte, hizo público un comunicado el pasado mes de abril en el que resaltaba el importante crecimiento registrado en las consultas médicas relacionadas con el estrés desde el inicio de la crisis.

La asociación de médicos alertó sobre el impacto de la crisis en la salud de los trabajadores y subrayaron que es muy importante identificar el origen de las enfermedades, ya que síntromas como resfriados u otras enfermedades relacionadas con una bajada de las defensas pueden ser patologías asociadas al estrés, aunque el paciente no lo identifique como causa.

La falta de sueño por las preocupaciones asociadas a la crisis y a la mala alimentación derivada de un estilo de vida acelerado actúan de catalizadores para que el organismo entre en lo que se conoce como fase de agotamiento, colapsándose y generando un estado de estrés continuado, según describían los facultativos de la sociedad.

Entre las enfermedades generadas por esa situación de estrés, los facultativos señalaban desde afecciones respiratorias como gripes o resfriados, hasta afecciones cutáneas como herpes, solores de cabeza y cansancio extremo.

Otros estudios más recientes precisan incluso que los hombres sufren más depresión y ansiedad, hasta detallar que la depresión por la inseguridad laboral y económica entre el sexo masculino es más grave que entre las mujeres, porque son menos propensos que ellas a buscar ayuda médica o a hablar con sus amigos acerca de sus problemas.

En cualquier caso, los expertos señalan que la sensación de crisis económica afecta incluso a quien no se ve directamente inmerso en ella, en forma de miedo que genera cuadros de ansiedad, depresión y frustración y subrayan que además de buscar ayuda, es importante reforzar las defensas a partir de la alimentación y el ejercicio físico, dormir ocho horas diarias evitar el alcohol y el tabaco y mantener una vida social activa.

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