Familiares de las víctimas de una de las peores matanzas cometidas por paramilitares en Colombia, la de la localidad de Mapiripán, conmemoraron ayer el duodécimo aniversario con la inauguración de una escultura monumental.

La obra es una pieza en fibra de vidrio y de tres metros de altura que fue creada en su taller de Bogotá por el artista Luis Alfredo Castañeda, que viajó con ella hasta Mapiripán. La escultura «es fundamentalmente un puño cerrado de gran tamaño», explicó en declaraciones a Efe desde esa remota población del sureste colombiano, que del 15 al 19 de julio de 1997 fue escenario de una matanza que dejó unas setenta víctimas, entre muertos y desaparecidos.

El crimen masivo fue cometido por paramilitares de las ahora disueltas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que fueron al lugar en dos aviones de gran tamaño.

Las aeronaves despegaron de un aeropuerto de Urabá y aterrizaron en San José del Guaviare, la capital del departamento selvático del Guaviare, desde donde se desplazaron por río hasta Mapiripán, localidad de la región vecina del Meta.

Los paramilitares confinaron a los habitantes de la población y buscaron casa por casa a decenas de ellos, a quienes torturaron y mataron.

Hubo al menos 49 muertos y unos 20 desaparecidos, que, según la investigación judicial, contó con la colaboración de algunos militares, tres de los cuales han sido condenados.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró al Estado colombiano responsable de esta matanza.