Maite SOROA | msoroa@gara.net
Existir La ikurriña, proetarra
Se han empeñado en la batalla de las fotografías de presos y las pancartas contra la dispersión, pero basta rascar un poquito para ver que de lo que e trata es de volver a los tiempos de la «extraordinaria placidez» del franquismo. Lo exponía, sin disimulos, Pascual Tamburri ayer en «El Semanal Digital», quien recordaba que la Fiscalía en Nafarroa «ha ordenado la inmediata y urgente retirada de estas pancartas y símbolos de apoyo a ETA» porque «la colocación de estos símbolos puede ser constitutiva de un delito de enaltecimiento del terrorismo».
Se preguntarán las lectoras y lectores por los terroríficos affiches y símbolos. No se angustien, Tamburri lo aclara en un pispás: «Es decir, que esos símbolos que a lo largo de cuatro décadas han estado presentes en la vida de muchos vascos y navarros son ilegales y se relacionan con ETA (...) Cientos de policías y de guardias civiles arriesgaron sus vidas para quitar esos símbolos de opresión y de crimen a comienzos de la Transición. Bastantes murieron o fueron heridos. Ciertamente los precedentes no invitaban al optimismo, porque mientras que había hombres de España jugándose el tipo por hacer cumplir la Ley algunos políticos pequeños, como el después tristemente fallecido Tomás Caballero, la violaban en las instituciones; y así se convirtió la bandera vizcaína del PNV en un símbolo tolerado y después legal. Lógicamente es complicado después de eso pedir a la gente que se arriesgue a morir por retirar un símbolo que algún político calculador o acomplejado podrá legalizar o tolerar después. Por eso, porque siempre hay un Rodolfo Martín Villa para un descosido, esos símbolos están ahí. Siempre han estado, incluso aunque menos en los mejores años de Aznar». No se lo pierdan. ¡La ikurriña! ¡El símbolo proetarra a barrer es la ikurriña!
Y pide más el fachongo. Pide carta blanca: «Ahora se ordena de nuevo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que procedan a su retirada y que practiquen `las indagaciones necesarias para identificar a los autores de su colocación'. Bien. Pero para pedir a esos hombres y mujeres esa tarea hace falta unidad de la clase política, respaldo absoluto y sin fisuras a las personas de uniforme y seguridad de que no habrá, esta vez, pasos atrás. Tolerancia cero. Órdenes parecidas ya se dieron y algunos murieron, para que después unos símbolos se consintiesen, otros se coronasen y en suma pocas cosas cambiasen. Eso no puede volver a suceder». Ya ven por dónde vienen los tiros.