Alberto Muñoz Otarte iritzi taldea
No, señores obispos, la Iglesia católica no los olvidó
Se lo volveré a repetir, verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, el resto, y perdonen esta pequeña ironía, suena a música celestial
Señores obispos de Gasteiz, Bilbo y Donostia, la jerarquía católica, una vez más y por boca de ustedes, vuelve a faltar a la verdad en lo concerniente a las víctimas del franquismo.
Al contrario de lo que se esmeraron en proclamar el pasado 11 de este mes en el funeral oficiado en la Catredal Nueva de Gasteiz en memoria de los 14 sacerdotes vascos asesinados por el régimen franquista, y la anterior pastoral sobre el tema, estos curas no fueron ni mucho menos olvidados por la curia católica española, de la cual ustedes son parte indivisible. Y no lo fueron, porque la jerarquía católica, encabezada por el propio Papa Pío XII con su bendición a la «Cruzada», se alineó a favor del régimen genocida franquista, le dio cobertura ideológica, moral e incluso material y diplomática. No es que la institución que representa ustedes representan se olvidara de ellos, es que estuvo directamente implicada en su asesinato, al menos en calidad de ideólogos, instigadores e inductores.
Los susodichos sacerdotes no fueron «ejecutados» por alguien ajeno a su institución, por lo que ustedes denominan los «vencedores», por que entre esos vencedores, entre los diversos poderes que constituyeron y sustentaron ese régimen genocida franquista, en lugar preeminente, estuvo la Iglesia católica como institución.
Es por lo tanto un insulto a la memoria de las víctimas del franquismo que ustedes hablen de la Iglesia católica como algo ajeno a la masacre de estos curas, o al de miles de católicos vascos militantes republicanos, del PNV, ANV e incluso socialistas o sin filiación sindical o política, que fueron exterminados en nombre, entre otras cosas, de la religión. Todo ello con la bendición de su Iglesia. Recuerda demasiado a aquello del «brazo secular» quemando en las hogueras a las supuestas brujas vascas condenadas por la Inquisición.
Verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición son las condiciones necesarias para que podamos empezar a hablar de reconciliación.
Cuando la Iglesia católica que ustedes representan sigue sin colaborar activa y lealmente con las asociaciones de víctimas del franquismo en el esclarecimiento de las masacres cometidas por el régimen genocida, en el paradero de miles de desaparecidos, cuando siguen sin exigir que se haga justicia, cuando se niegan a dar reparación a los agravios hacia las víctimas que siguen adornando numerosas iglesias de Euskal Herria, cuando siguen definitivamente dando la espalda a las víctimas del terrorismo de estado, sus palabras suenan a hueco. A los años de paz... de los cementerios. A la reconciliación sobre la impunidad de un bando. Sus palabras huecas hacen eco con el escudo fascista que decora la catedral de Gasteiz, sin que hayan hecho nada por retirarlo.
En definitiva, ustedes y la institución que representan tienen demasiados deberes pendientes antes de intentar dar lecciones de moral a nadie sobre este tema, ni hablar de cerrar heridas. Tienen demasiados trapos sucios por lavar en su propia casa en las personas de «fieles», «religiosos», prelados, capellanes castrenses, capellanes del Valle de los Caídos e incluso su emisora episcopal (que sigue vomitando odio y mentiras sobre las víctimas cada vez que tiene oportunidad para ello) para pensar que con una mera misas de compromiso pueden dar carpetazo a sus gravísimas responsabilidades.
Se lo volveré a repetir, verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, el resto, y perdonen esta pequeña ironía, suena a música celestial.