Abre los ojos cuando salgas del túnel. En plan meditación intrascendente la vida se derrite mientras crece el vello. Demasiada Trinidad Jiménez para cosa buena. Demasiada Esperanza Aguirre para un buen equilibrio acústico y sensorial. Hay un producto burbujeante llamado Mixta que nos ofrece alguno de los anuncios más refrescantes de la temporada por su sentido del humor, por lo absurdo elevado al plano de comunicación directa. Ahora mismo estoy viendo a unos cientos de pingüinos lanzándose desde un risco hacia el mar mientras se escucha a uno de ellos decir: «vale, este tampoco vuela. Tranquilos que somos dos mil y seguro que alguno sabe volar». Y se van tirando y dándose guarrazos contra las rocas porque su cuerpo no está hecho para volar. Con estas temperaturas no se sabe si aceptar lo anterior como metáfora o como estadística.

En la tele sucede lo mismo, suponen los programadores que alguno de los programas sin alas, volará. De momento vuelan los patos de siempre, las ocas de casi siempre, y alguna gallinácea subtropical. Desciende el consumo televisivo, las cadenas están con redifusiones, recalificaciones y reducciones de gastos a pasos agigantados. Todo es repetición, y lo que es en directo sufre de unas audiencias mínimas. El fútbol de garrafón no acaba de concitar audiencias y si se miran los campos donde se juegan estas pachangas deberemos empezar a ponernos en alerta: hay más gente en los equipos de retransmisión de las cadenas que espectadores en las gradas. Son las televisiones las que sufragan todos los gastos. Es más, van más número de seguidores, de masa en grito, a ver la presentación de un jugador, que a ver jugar al mismo jugador junto a otros diez jugadores. Esto empieza a ser un desastre. La solanera hace estragos.

Y la violencia de género se expresa con saña, la gente tira de hierro con una facilidad pasmosa. Se mata por amor o por odio. Se mata porque hace calor o porque falta el calor humano. Se mata. A hijos, a padres, a amantes, a esposas. Los noticiarios son una cadena de sucesos violentos. Los incendios no se apagan, pero se controlan. Las hectáreas devastadas acrecientan los efectos de la solanera.