Casi todo un batallón y un misil para visitar un colegio electoral en el este dE Afganistán
A escasos cien kilómetros de Kabul, las elecciones afganas del 20 de agosto se anuncian, como poco, delicadas: 250 soldados y un misil fueron necesarios para abrirse camino hasta un colegio electoral en la provincia de Kalpisa (este).
FRANCE PRESSE
Son las 7 de la mañana y una treintena de blindados depositan a un contingente de soldados, la mayoría franceses, acompañados por milicianos afganos y sus «consejeros» estadounidenses, a las puertas de la localidad de Gadajel, zona caliente de la provincia de Kapisa a 70 kilómetros de Kabul.
El objetivo es efectuar un reconocimiento hasta el colegio electoral, situado dos kilómetros más allá en el verdoso valle de Bedrau, a donde los soldados no han llegado desde hace meses.
En estas aldeas, con las casas construidas con adobe y gestionadas por un sistema tribal tradicional, no hay ni comisarías. ni bases militares ni electricidad. Pero rebosan de rebeldes, talibán o seguidores del Hezb-e-Islami del señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar. Y los soldados extranjeros lo saben.
«¡Contacto!», brama la radio. A unos cientos de metros se oye el restallar de las ametralladoras y explotan varios obuses. La nutrida patrulla de reconocimiento ha sido atacada. No hay bajas.
Vuelve la calma. El grupo halla refugio en una trinchera abierta antes por la guerrilla en los campos, separados por altos muros de uno a tres metros entre los que serpentean estrechos caminos por los que es imposible circular y coronados por casas que presentan unos soportales con una vegetación lujuriosa, que ofrece inmensas posibilidades para esconderse.
A las 8.15 de la mañana se oye una nueva explosión, mucho más fuerte. Se trata de un misil Milan que acaba de ser lanzado contra una posición, no lejos de allí, donde resisten una quincena de rebeldes, que replican con sus kalachnikov.
Vuelve a sonar la radio: «Creemos que quedan talibanes heridos y que los vecinos van a acudir a rescatarlos, Permiso para lanzar un segundo misil Milan».
«Negativo», responde el coronel Francis Chanson, comandante de las tropas francesas en Kapisa. «No vamos a rematarlos porque ello no haría sino acentuar la animosidad de la población contra nosotros», explica el oficial. Los soldados continúan avanzando entre el calor y el hedor de las canalizaciones a cielo abierto.
A las 9.20 de la mañana se escuchan nuevas explosiones y traqueteo de ametralladoras hacia el oeste. El Ejército afgano se ha topado con los rebeldes. Y la radio no calla. «La población y los comerciantes dicen que todo va bien. Pero el intérprete asegura que mienten, lo que por otro lado es evidente...».
Una «shura» (asamblea) de urgencia
Hacia las 10 de la mañana los soldados llegan a la mezquita que se espera albergue las urnas. Una shura (consejo de ancianos de la villa) se ha reunido a la sombra en la plaza frente a la mezquita. Mientras tanto, las balas silban por encima de las cabezas de los reunidos y algunos obuses estallan en las inmediaciones, hiriendo a un soldado afgano.
«Matar a una, a dos o a diez personas no es la solución (...) Necesitamos proyectos de desarrollo y trabajo», dice Abbdul Fatahm, el malek (alcalde) de la villa. El coronel Chanson replica: «Hay insurgentes que viven en esta valle y lo sabemos». Los ancianos lo niegan una y otra vez y el comandante zanja el tema proponiéndoles un trueque: «si la seguridad mejora, los proyectos llegarán».
Por lo que toca a las elecciones, los ancianos expresan su escaso entusiasmo para organizarlas. Algunos aseguran que no saben siquiera dónde está el colegio electoral, a 20 metros de donde se encuentran reunidos. Otro señala que «una carta-amenaza contra los que vayan a votar fue colocada justo en la puerta de la mezquita». Lo único que sale en limpio de la shura es que los responsables locales no han registrado a los electores del valle y que nadie se ha registrado a tres semanas de unas elecciones que sus promotores quieren hacer creíbles.
participaron en el operativo de reconocimiento de un colegio electoral. Al llegar, los lugareños aseguraban desconocer la convocatoria electoral.
Según los datos de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), en el primer semestre del año han muerto 1.013 civiles a causa de los combates en ese país, un 24% más que en el mismo período del año pasado.
Tras asegurar que, a día de hoy, «la oposición armada crea más víctimas civiles que las fuerzas de seguridad afganas o los militares internacionales», el informe añade que «los bombardeos aliados son responsables de muchas víctimas mortales (al menos 200) y de la destrucción de las infraestructuras, incluyendo hogares, que son esenciales para la supervivencia». GARA