
Vasos comunicantes entre ocupaci�n y problemas
Las escasas y parciales cr�nicas que llegan de Afganist�n, la mayor�a escritas por periodistas �empotrados� en las columnas de las fuerzas ocupantes, recrean escenas propias de conocidas pel�culas sobre la guerra de Vietnam. Militares y mercenarios aparecen acompa�ados por traductores interrogando a una poblaci�n de la que desconf�an por principio. Disparan a discreci�n y reciben disparos a los que responden con bombas. Ante la menor duda aplican una estrategia de tierra quemada, bombardeando primero y inspeccionando el terreno despu�s. Tienen �rdenes, entre las que est�n �garantizar el desarrollo del estado de derecho�, �nica excusa con la que a estas alturas pueden justificar su labor. Sin embargo, tampoco en este terreno encuentran colaboraci�n entre la poblaci�n civil, que ve en ellos a quienes vinieron a ocuparlos y a ordenarles c�mo deben organizarse y vivir. Misiones para las que, parad�jicamente, antes han sembrado el caos y han matado a muchos de sus vecinos.
Por otro lado, las noticias que llegan de Irak evidencian que la imagen de normalidad que transmiten los mandos militares norteamericanos, raz�n que dan para explicar el repliegue de sus tropas, no se corresponde con la realidad. Ayer cinco bombas explotaron en Bagdad y alrededor de treinta personas murieron como consecuencia de esos ataques. Asimismo, en el plano pol�tico, las relaciones entre los gobiernos kurdo y central se han deteriorado totalmente. Incluso Robert Gates, secretario de Defensa norteamericano, ha advertido de que �ste es el mayor peligro potencial que afronta Irak en este momento.
El trasvase de tropas de Irak a Afganist�n, justificado por Obama desde la campa�a electoral con la falta de legitimidad de la ocupaci�n de Irak y por el deterioro de la situaci�n en Afganist�n, no puede esconder que la miseria impuesta por las tropas ocupantes funciona como un vaso comunicante. La decisi�n de entrar a sangre y fuego a aquellos pa�ses no respond�a a los intereses de sus habitantes, y las decisiones militares adoptadas ahora tampoco tienen en cuenta la realidad que viven los millones de iraqu�es y afganos que est�n atrapados en ese infierno importado.