CRÓNICA Visita a la muestra «El juego vasco de la pelota»
Recorrido por la historia y anécdotas de nuestro deporte por antonomasia
La exposición «El Juego Vasco de la Pelota» se inauguró el pasado 12 de junio y permanecerá abierta hasta el próximo 10 de enero. Con el transcurso de los días, la muestra está recibiendo cada vez una mejor acogida por parte del público, venido tanto de Bizkaia como de fuera del herrialde. Entre los visitantes locales, la propuesta es recibida con interés, principalmente por las personas de mediana edad.
Iratxe DUEÑAS
Amaia Basterretxea, directora del museo, nos aclara que la idea con la que nace la exposición es «devolver la pelota al lugar que le corresponde. Ha estado en un segundo escalón, siendo considerada una actividad rural. Para ello, hemos buscado en los archivos el origen y las características tanto de la pelota como del frontón».
Así que accedemos a la primera sala tras pararnos ante el panel de presentación. Con paredes negras y luz tenue, destaca un montaje de imagen y sonido sobre pelota. La música la pone Kepa Junkera, pero mejor no desvelar nada más, que sea una sorpresa. Merece la pena.
En la misma sala existe la posibilidad de ver trocitos de la historia de la pelota y de su evolución. Cualquiera podría pensar que el resultado fuera poco atractivo. Pegar la nariz a una vitrina para ver unos papeles, viejos muchos de ellos, no parece interesante, pero entre ellos se esconden algunas perlas que conseguirán despertar la curiosidad del visitante.
Ya en el siglo XIII, el juego de la pelota aparece en manuscritos reales. Era una actividad que, allá por el siglo XVI, correspondía a las clases más altas de la época. Era cuestión de reyes y nobles. De palacio, sí, pero también de plazas y calles. Asímismo, es destacable que en los siglos XV y XVI, además de en tierras vascas, se jugaba también en diferentes lugares de Europa y al otro lado del Atlántico. ¿Se imaginan el mapa?
Prohibido jugar
Existieron cuestiones de vida o muerte en la pelota y no de forma figurada, tal y como sucede hoy en día. Hubo quien recibió el perdón de Viernes Santo jugando a pelota, y fueron varios los pleitos que tuvieron este juego como protagonista. El Corregidor de Toledo, por ejemplo, prohibió el juego en calles y plazas, y se querelló contra el clero del Monasterio de Santa María del Real. En el siglo XVIII fue el Gobernador de Castilla quien impuso la misma prohibición al pueblo de Hernani.
Pasiones aparte, este deporte ofrece varias curiosidades históricas. Corría el año 1897 cuando, en el Frontón de Atocha, pelotaris vascos alistados en el bando «francés» y «español» de la época se enfrentaron con una pelota y no con armas. En el primer equipo destacan nombres como Otherre, Embil, Chiqui, Sotero, Gorriti y Juan José Goresestegui. En el segundo lo hacen los hermanos Beloqui, Ayestaran, Irizarraga, Pedro Yarza y el manco de Billabona. Ocho entradas en el palco costaban alrededor de 25 pesetas de las de entonces, una plaza en asiento de madera 0'75, y dos en asiento de piedra unos 2'50.
Nos encontramos con un aficionado en la misma sala y se oye a un grupo de niños que ven las primeras imágenes. «Y ese juego ¿qué es?», se preguntan. «Han venido por su cuenta, pero también tenemos visitas guiadas», nos aclara la responsable del museo. «Las respuestas se encuentran en la otra sala, a la que se accede como un pelotari a un frontón».
En primer lugar, nos encontramos un pequeño pero merecido homenaje a quienes dan forma a la pelota mediante puntadas de forma tradicional. A continuación, pasamos por el vestuario y destaca la documentación sobre la herramienta principal del pelotari: sus manos y los cuidados que precisa.
En el frontón hay partido, pero el aficionado que nos acompaña se queja de que su vista no ya es lo que era y no acierta a ver quién está jugando. «Tendré que acercarme más», murmura. Los organizadores pensaron en ello, pero consideran que «no es el partido lo importante, el elemento principal es el frontón».
En él se pueden ver viejas fotografías que muestran imágenes de otros tiempos y canchas de hoy en día. Entre los pelotaris, Martin «Perkarin», quien es considerado el precursor, el primero en ofrecer la actual imagen del deportista. No es el único, pero no hay espacio sufi- ciente para recogerlos a todos.
¿Y qué sería de ese lugar sin la figura del artekari, el corredor de apuestas que canta «100 a 60 colorado»? También están la catedra y las gradas, pero «¿dónde queda el botillero?», se pregunta el viejo aficionado. La organización se defiende: «La pelota es cosa del pueblo y siendo viejas fotografías del pueblo no conocemos a todos. Hay quien ha visitado la exposición, ha reconocido a alguien y nos ha podido facilitar los datos».
El museo descarta transformar la exposición en definitiva. «No es tanto la cantidad como la calidad. Lo que importa es el interés social, no sólo que vengan 1.400 personas. Todavía faltan las escuelas, las esperamos en octubre o noviembre». Hay prevista una muestra itinerante en San Francisco y Boise, para un festival en julio de 2010.