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Bea Martxueta Secretaria de Política Social de LAB

¡Es posible cambiar de modelo!

Aquí, en Euskal Herria, el panorama que tenemos no goza de buena salud; un sector muy amplio de la sociedad vasca está excluido de la vida política y civil, asistimos con incredulidad, pero ya acostumbrados, a un proceso de normalización de unas instituciones antidemocráticas

Un día sí y otro también, escuchamos una musiquilla que, se oiga por donde se oiga, siempre suena a rancio. La melodía a la que me refiero no es sino la misma cantinela con la que desde hace más de una década nos ha acostumbrado el lobby gobierno-patronal de turno, y en ocasiones, en comandita con los sindicatos CCOO-UGT. En esta ocasión, y de la mano del diálogo social, se están negociando una serie de graves recortes laborales y sociales que afectarán negativamente a la clase trabajadora en su sentido más amplio.

En este déjà vu continuo, las medidas que en la prensa se nos presentan (así es como nos estamos enterando, dado que está siendo un proceso opaco y ajeno a la clase trabajadora y sociedad en general) están orientadas en este sentido: subir los años para calcular la prestación, retraso de la jubilación, reducción de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social (medida que deteriora muy mucho todo el sistema, dado que se dejarán de recaudar millones de euros, única y exclusivamente para que el gremio empresarial se ahorre ingentes cantidades que se convertirán en beneficios empresariales), contrato único sujeto a despido libre sin control judicial o administrativo e indemnización intermedia entre el contrato temporal y el indefinido, entrada de las ETTs en sectores como la construcción y administración pública...ajuste de las prestaciones a la evolución de los precios de forma «estricta» descontando lo que proceda si el índice de precios al consumo (IPC) acaba por debajo de lo previsto, arremeter contra la negociación colectiva facilitando las cláusulas de descuelgue, mayor control del absentismo, bonificación a los EREs del 100%, materialización de la separación de fuentes de financiación de la Seguridad Social para allanar el camino a nuevas rebajas de las cotizaciones sociales,...

Hablamos de una serie de modificaciones que no hacen sino mermar los derechos laborales y sociales de la clase trabajadora, en un contexto de crisis económica y social de calado, en la que precisamente la reforma del sistema debiera encauzarse en el camino contrario, es decir, garantizar y fortalecer derechos y prestaciones laborales y sociales que aseguren a la población poder llevar adelante una vida en condiciones dignas.

Aquí, en Euskal Herria, el panorama que tenemos no goza de buena salud; un sector muy amplio de la sociedad vasca está excluido de la vida política y civil, asistimos con incredulidad, pero ya acostumbrados, a un proceso de normalización de unas instituciones antidemocráticas y además, la falta de competencias en muchas materias, como es el caso de la seguridad social, no hacen sino imponer reformas gestadas lejos de nuestro territorio y en contra de los intereses de la mayoría de la clase trabajadora, tal y como se manifestó en la exitosa huelga general 21M convocada por la mayoría sindical vasca (ELA-LAB-ESK-STEE-HIRU-EHNE).

En este sentido, esta nueva ofensiva que parece ser podría llegar a mediados de la época estival, hay que considerarla en toda su extensión. Hablamos de un diálogo social que impulsa medidas que consisten en mayor inseguridad y desprotección laboral; hablamos, en definitiva, de un reino de taifas donde a la clase trabajadora poco margen le queda ya. Hablamos de una tendencia cuyo objetivo es transformar los sistemas de pensiones universales, de reparto y públicos, en sistemas profesionales, de capitalización y privados. Hablamos de recortes en derechos hace ya tiempo conquistados (gracias a las luchas obreras que a lo largo de los siglos XIX-XX se sucedieron) como es el caso de incentivar el retraso de la edad de jubilación, medida radicalmente opuesta a las históricas demandas sindicales de reducción de jornada y adelanto de la edad de jubilación (un obstáculo más para la incorporación de la juventud al mercado laboral).

Hablamos de medidas que afectan de manera más directa a los colectivos más desfavorecidos, mujeres, jóvenes, personas mayores y pensionistas, personas con discapacidades, personas migrantes...colectivos que tienen serias dificultades para acceder al mercado de trabajo y cuando entran, lo hacen en unas condiciones muy precarias. En definitiva, un modelo de diálogo pactista que perjudica a la clase trabajadora y a la sociedad en general y que merece una contundente respuesta para ir dando pasos en la construcción hacia otro nuevo sistema.

Una respuesta que apueste por un cambio político y social, reivindicando la distribución de la riqueza de una manera justa y solidaria y el reparto de trabajo de calidad, medidas que garantizan que toda persona pueda acceder a unas condiciones de vida dignas. Para ello, es necesario modificar de raíz el actual sistema fiscal, y aumentar el gasto social. Y respuesta que demande, que para que estas políticas puedan llevarse a cabo, es necesaria la configuración del Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social.

Respuesta que debe ser amplia, debe ser colectiva, y debe estar sustentada, como ya hiciéramos hace dos meses, por la mayoría sindical vasca. En esa ocasión, la barricada sindical demostró que en Hego Euskal Herria hay una mayoría que está dispuesta a luchar por otro modelo económico y social. Ante la gravedad de lo que puede venir, ante estos nuevos recortes, y para ir creando las bases en la dirección del cambio, es necesario aunar fuerzas y dar nuevamente respuestas y pasos conjuntos. ¡Porque hay alternativa y creemos en ella!

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