Raimundo Fitero
Voraces
Las parrillas solamente necesitan fuego por debajo y material para abrasar por encima. Es un mecanismo muy simple, pero requiere de una especialidad culinaria. Las parrillas de las cadenas de televisión parten del mismo principio. Lo que no tenemos claro es qué es carbón vegetal y qué churrasco. Nosotros los telespectadores, ¿somos los que nos quemamos o los quemados? No conteste hasta después de la publicidad.
Quien popularizó esta frase en aquella «Máquina de la verdad» falleció tras accidente de tráfico. Sesenta y tres años y un buen currículo profesional durante mucho tiempo en diarios y revistas, pero lo reconocía el personal por su paso por la televisión. Cosas del monstruo voraz. La televisión es un saco sin fondo, un abismo, un espacio sideral, una vía láctea o vitivinícola. Julián Lago quedará siempre en la memoria colectiva por la famosa frase que bien pudiera colocarse como su epitafio.
Decíamos que en una actitud responsable, los telespectadores, las audiencias, somos el material que hace la combustión de todo el engranaje televisivo. Somos números que sumados damos porcentajes, por lo tanto aunque nos cueste convencernos de ello, somos capaces de que un programa o una serie siga o desaparezca de la parrilla, también conocida como programación. Y quemamos igual pescados que carnes, legumbres que verduras, todo cuanto se nos coloque encima puede acabar carbonizado, es decir convertido en polvo.
Se podría entender en noche calurosa que somos los quemados, que los programadores con sus propuestas tan reiterativas, tan pesadas, tan pasadas de moda, nos agobian, nos queman y al huir lo que hacemos es salir de ese fuego que nos chamusca. Son maneras de mirar el mismo problema, lo único cierto es que si lo bueno es la serie de la primera estatal `Los misterios de Laura', apaga y vámonos o cambia de cadena. Es una serie recalificada, sobrevalorada, que tiene una estructura predecible y muy poca garra, aunque tenga un ritmo más o menos acertado y el equipo actoral se defienda. Y poco más. Que sea mejor que otras no la hace buena, sino regular. Somos muy voraces y con las llamas o con las brasas todo lo que tocamos lo transformamos. O no.