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El rey de Elba

«N. Napoleón y yo»

Con tres años de retraso llega esta sátira que ha impresionado por la caricatura que Daniel Auteuil hace de Napoleón, como un emperador venido a menos que se enfrenta a un maestro local que representa los sueños revolucionarios frente a la mayoría que acepta como rey al emperador desterrado.

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M. INSAUSTI

La errática y desordenada distribución de películas vuelve loco a cualquiera, y se hace muy difícil, cuando se estrena un título con retraso, situarlo dentro de la obra de su director. Al menos en el caso de «N. Napoleón y yo» queda el consuelo de saber que se trata de una excepción para el realizador italiano Paolo Virzì, porque es su única incursión hasta la fecha en el género histórico, y ya tiene estrenada «Tutta la vita davanti», película con la que regresa de nuevo a su sátira habitual de los problemas de la juventud italiana contemporánea, preocupándose esta vez por quienes acaban su carrera y han de ejercer en colocaciones temporales mal pagadas que nada tienen que ver con sus estudios.

Con su penúltima realización, «N. Napoleón y yo», Paolo Virzì encontró la excusa perfecta para volver a trabajar con su maestro Furio Scarpelli quien, en compañía de su hijo Giacomo, se unió al equipo que forman Virzì y su habitual colaborador Francesco Bruni. Con la ayuda inestimable de este gran veterano de la comedia italiana ya había escrito su tercer largometraje «Ovosodo», y desde entonces el de Livorno es visto como un renovador de una tradición inseparable del cine italiano, necesitado de realizadores capaces de llevar a cabo su puesta al día. Hay que pensar, por tanto, que la llamada a Scarpelli nace esta vez del interés por aunar pasado y presente, encontrando paralelismos entre la Italia de hace dos siglos y la de ahora.

Derechas e izquierdas

El retrato que Virzì y su equipo de guionistas hacen de Napoleón, es el de un dictador precursor en el siglo XIX del Mussolini del XX y del Berlusconi del XXI. Cuando Bonaparte llega en 1814 a la isla de Elba, es aclamado como rey por el pueblo, excepto por algún que otro revolucionario dispuesto a expresar su descontento. Es como si la historia de Italia se repitiera desde entonces, porque a la mayoría de derechas sumisa siempre ha respondido una izquierda con más voluntad que capacidad de organización. Pero en ninguna localidad de provincias falta el buen agitador que se precie de ello, y de ahí es de donde nace el personaje interpretado por el actor Elio Germano. Responde al perfil de un maestro de pueblo lleno de ideales, y que, cuando es requerido para convertirse en el escribano del desterrado emperador, es puesto frente a todo aquello que más odia, puesto que Napoleón representa la mayor de las traiciones posibles a la Revolución. Lo que Virzì ve reflejado en este joven, que sueña todas las noches con matar a la bestia, es el entusiasmo político que se vive a edades tempranas y, a los 42 años que tenía al rodar la película, le vino bien para recordar el modo febril en que solía tomar partido una o dos décadas atrás.

En el lado opuesto se sitúa Daniel Auteuil, un actor que el próximo año cumplirá los sesenta. Su modo de entrar en el megalómano rol que le ha tocado ha sido verlo desde su perspectiva de interprete que intuye perfectamente su declive. La película ya merece la pena sólo por verle haciendo de Napoleón venido a menos.

Paolo Virzì: Cronista de la Italia contemporánea

El director italiano Paolo Virzì obtiene en el año 1994 con su ópera prima «La bella vita» el David Di Donatello al Mejor Director Novel, comenzando su estrecha colaboración con el guionista Francesco Bruni, junto al que inicia una crónica de la juventud italiana actual.

Con su siguiente trabajo, «Ferie d'agosto», gana ya el David Di Donatello a la Mejor Película. Con «Ovosodo», obra autobiográfica sobre su formación en Livorno, recibe el Premio Especial del Jurado en la Mostra de Venecia. «Baci e abracci» es una comedia sobre la solidaridad, y en «My name is Tanino» relata las desventuras de un inmigrante siciliano, estudiante de cine, en los EE.UU.

Su gran éxito «Caterina en Roma» está protagonizado por Sergio Castellito, siendo una descripción de la división política extensible a las aulas de un instituto. Después de su única obra histórica «N. Napoleón y yo», ha realizado «Tutta la vita davanti», donde habla del trabajo en precario para los licenciados.

M.I.

CON SU EQUIPO

Con «N. Napoleón y yo», Paolo Virzì encontró la excusa perfecta para volver a trabajar con su maestro Furio Scarpelli quien, en compañía de su hijo Giacomo, se unió al equipo que forman Virzì y su habitual colaborador Francesco Bruni.

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