Es la película de terror sorpresa del año, incluso para su propia productora Lions Gate, que no creía demasiado en ella hasta que en un pase de prueba comprobaron las reacciones histéricas de algunos espectadores. La impactante imagen del joven protagonista con un ectoplasma que sale de su boca ya ha dado la vuelta al mundo, creando una lógica expectación. Todo ello es mérito del debutante Peter Cornwell, admirador de los clásicos del género de los 70, y de ahí que «Exorcismo en Connecticut» haya sido comparada elogiosamente por la crítica con «Terror en Amityville» o «Poltergeist». La diferencia es que el nuevo realizador se ha concentrado todavía más si cabe en el diseño de la casa encantada, hasta lograr un auténtico museo de los horrores. Lo que allí ocurre obedece a una puesta en escena efectista pero elaborada, según un tratamiento adulto que se aleja de la moda para adolescentes.