Txisko Fernández Periodista
No escuchan ni los gritos
En este país hemos oído tantas veces los mismos mensajes políticos -no iguales, sino los de una parte y los de la otra e, incluso, los de quienes pretenden plantarse en medio pero sin ser crucificados- que en más de una ocasión habremos escuchado, con tono quejoso, esta expresión: «¡De qué hablarían éstos si no fuera por el conflicto!». (El término «conflicto» puede ser sustituido por «ETA», «los vascos y vascas», «el nacionalismo», «lo nuestro» o cualquier otra palabra con la que queramos identificar la situación que se vive en Euskal Herria).
No obstante, en los últimos tiempos hay quienes se niegan a escuchar los mensajes de una parte por mucho que ésta convoque una rueda de prensa tras otra o envíe a todos los medios de (in)comunicación amplios comunicados. Es fácil de adivinar que esa parte a la que se intenta «silenciar» no es otra que la izquierda abertzale. A todo se acostumbra uno, pero lo que ya no parece de recibo es que, además de ocultar o minimizar esas declaraciones -o el testimonio de quien denuncia a cara descubierta su secuestro y torturas a manos de una patrulla de paramilitares encapuchados-, estos mismos medios, y algún que otro partido de esos que se declaran de izquierda y/o abertzale, sean capaces de reclamar a la izquierda abertzale «que no se calle» ante las acciones de ETA. ¡Dejémonos de infantilismos periodísticos! Aquí todo el mundo sabe qué opina esta parte sobre el conflicto y su solución, en general y en particular, o sobre cualquier otro aspecto del ámbito político, social o económico de nuestro país. Y, si no lo supieran, no tendrían que hacer un gran esfuerzo para enterarse: sólo tienen que escuchar. Ya sé que no todo el mundo está acostumbrado a hacer semejante ejercicio mental pero, si realmente quieren comprender lo que sucede a su alrededor, conviene que comiencen a practicar cuanto antes. Escuchar a los demás no implica dejarse convencer y, por contra, quien se niega a hacerlo pierde de antemano cualquier atisbo de credibilidad. Hace tiempo que la sordera política dejó de estar de moda. ¿Me escuchan?