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El recorte de libertades cruza fronteras

El juez Baltasar Garzón envió ayer a prisión al refugiado vasco Juan Manuel Intziarte, que había sido arrestado en el aeropuerto de Barajas tras ser expulsado de México. Su salida forzosa del país centroamericano, según las primeras informaciones, estuvo precedida por extrañas circunstancias, puesto que la detención comenzó a gestarse con una «denuncia anónima» que daba cuenta de la presencia «irregular» del refugiado vasco en México.

Aunque con un resultado bien diferente, otro ciudadano vasco, refugiado en este caso en Venezuela, se ha enfrentado también esta semana a la posibilidad de ser entregado a las autoridades españolas. Finalmente, Iñaki Etxeberria fue puesto en libertad en la madrugada del viernes, después de que el Tribunal Supremo del país sudamericano fallara a su favor en la petición de extradición cursada por el Estado español. Tampoco en este caso han faltado circunstancias «extrañas», como el mismo Etxeberria ha denunciado. Un interrogatorio ilegal de la Interpol, dilaciones injustificadas para su puesta en libertad y la propia visita del ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, hicieron temer al refugiado vasco por un desenlace negativo para sus intereses que, a la postre, no se ha hecho realidad.

Ambos casos evidencian los denodados esfuerzos del Ejecutivo español por presionar a estados soberanos para tratar de quebrar la legalidad internacional en materia de asilo político. Esa legalidad fue seriamente dañada por la ofensiva que iniciara la administración norteamericana tras los ataques del 11-S en su «guerra contra el terror», y que secundaran con entusiasmo otros estados, entre ellos, y por razones evidentes, el español. Pero si algo ha demostrado el paso del tiempo es el rotundo fracaso de esa estrategia de violación de derechos para cubrir sus más que dudosos objetivos y, además, su paulatina y definitiva pérdida de apoyo entre la comunidad internacional. Una realidad a la que el Estado da la espalda tratando de llevar más allá de sus propias fronteras su política de recorte de libertades.

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