Moscú pide «un pacto de no agresión» entre Georgia, Osetia del Sur y Abjasia
En el primer aniversario de la guerra que enfrentó a Georgia y Osetia del Sur y en la que también intervino el Ejército ruso, el presidente Dmitri Medvedev resaltó en una carta dirigida a su homólogo francés Nicolas Sarkozy la necesidad de firmar «un tratado de no agresión» entre las partes implicadas. Por su parte, el georgiano Mijail Saakashvili instó a «todos los ciudadanos a derrotar a los invasores» por medio de la democracia y a defender la unidad del país.
GARA
El presidente de Rusia, Dmitri Medvedev, trasladó a su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, «la imperiosa necesidad de firmar lo antes posible un tratado de no agresión entre Georgia, Abjasia y Osetia del Sur. Sólo un pacto de no agresión puede evitar nuevas manifestaciones de violencia y excluir la repetición de tragedias similares a la ocurrida el año pasado», manifestó en la misiva, cuyo envío coincide con el primer aniversario del conflicto bélico.
Asimismo, mostró su preocupación por la actitud de las autoridades de Georgia, que, según denunció, amenazan con restablecer «la unidad territorial» a través de la vía militar.
«Las acciones de la parte georgiana siguen siendo motivo de seria preocupación. Estas van desde las continuas amenazas con usar la fuerza para restablecer la `integridad territorial' y la retórica beligerante diaria, hasta la concentración de fuerzas militares a lo largo de las fronteras con Osetia del Sur y Abjasia y graves provocaciones en las zonas fronterizas», reiteró.
Por ello, pidió a la comunidad internacional que no suministre armas a Georgia y que demuestre «una postura responsable y solidaria encaminada a que Tbilisi no tenga ilusiones sobre la posibilidad de solucionar impunemente sus problemas con recursos militares».
Medvedev responsabilizó al presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, de «la agresión» de hace un año. «Es evidente que, como resultado de su política aventurera, se ha formado una nueva situación geopolítica en la que difícilmente se puede ignorar la existencia de nuevos estados», remarcó.
Saakashvili le devolvió la pelota en un acto celebrado en Gori, a unos 30 kilómetros de Tsjinvali. Acusó a Moscú de querer «destruir la libertad de Georgia, la democracia y la estructura del Estado. Los antepasados de la KGB decidieron poner fin al llamado `proyecto georgiano', a nuestro intento conjunto de crear un Estado moderno, democrático, europeo y exitoso».
Denunció que varias poblaciones fueron arrasadas «sólo porque eran georgianas. ¿No es esto un crimen contra la humanidad? La guerra no fue más que otro ejemplo de limpieza étnica, que todos condenamos con palabras, pero muy a menudo no nos enfrentamos a la verdad y a la realidad».
Afirmó que el país está en la «primera línea de una batalla contra una fuerza mentirosa y totalmente deshonesta».
Frente a ello, emplazó a «todos los ciudadanos a proteger la paz y a ayudar a impedir que los invasores avancen».
En las antípodas, el presidente de Osetia del Sur, Eduard Kokoiti, aseguró que «el objetivo de la operación era la destrucción y el exilio del pueblo suroseta. Las tropas rusas llegaron al rescate de Osetia del Sur y rechazaron al enemigo sanguinario».
La guerra causó la muerte de 390 civiles y el desplazamiento de unas 100.000 personas. Un año más tarde, un pacto incompleto de alto el fuego, tiroteos esporádicos y la retirada de los observadores de Osetia del Sur y Abjasia mantienen vivo el riesgo de otro conflicto.
Una vigilia iluminada por velas, encendidas a las 23.35 -hora en la que comenzó la ofensiva militar georgiana- recordó en Tsjinvali el primer aniversario de la guerra. Las velas fueron colocadas sobre casquillos de obuses alrededor de la fuente de la plaza central de la capital suroseta. Una pantalla gigante iba proyectando imágenes de la guerra, en las que sobresalían el retrato del presidente georgiano, Mijail Saakashvili, casas destruidas o ancianas llorando. Los actos incluyeron la inauguración de una casa en el centro de la ciudad de la que sólo quedan las paredes y que fue bautizada como «el museo del genocidio» por el presidente de Osetia del Sur, Eduard Kokoiti. En Moscú, 8.000 activistas de organizaciones juveniles participaron en una ceremonia multitudinaria junto a la Catedral de Cristo Salvador.
En Tbilisi, maniquíes vestidos de soldados soviéticos calificaron la guerra como una prolongación de la ocupación rusa. En la televisión se repetían los anuncios con los lemas de «Parad a Rusia» y «La lucha continúa». Para el Gobierno georgiano, Rusia se preparaba para lanzar «un ataque masivo y coordinado» contra Georgia. Ayer, la Policía estaba desplegada tras sacos de arena a pocos cientos de metros de Tsjinvali, mientras que soldados rusos permanecían a medio centenar de kilómetros de la capital georgiana. GARA