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Fede de los Ríos

Vacías, inodoras e insonoras

Pareciera que las protagonistas de los spots se redujeran a organismos provistos de orificios por donde descargar una serie de fluidos, a todas luces, malignos. O están rellenas de mierda, o desbordan flujos vaginales, cuando no son aerofágicas a punto de estallar

Si uno no desconecta y presta la suficiente atención a los anuncios comerciales que ayudan a la atrofia de nuestras neuronas cerebrales, maltratadas por años de educación a la sumisión, religiones en pos del sacrificio y actividad laboral carente de sentido en sí misma, descubre que gran parte de la publicidad está dirigida a eso que viene a denominarse sexo femenino. Y como tal, parte de una concepción previa: las mujeres son en esencia unos animales completamente estúpidos que renuncian al Ser en beneficio del Estar. Algunos aducirán que se trata de una cosmovisión misógina de la mitad de la población. No lo creo. Pienso, en realidad, que forma parte de un pensamiento, por llamarlo de alguna forma, misántropo. Los publicistas o creativos, como se autodenominan los miserables, tratan de igual forma despectiva a hombres y mujeres. Quizás llamen la atención los últimos y recurrentes anuncios televisivos dirigidos a ellas. Pareciera que las protagonistas de los nuevos spots publicitarios se redujeran a organismos provistos de orificios por donde descargar una serie de fluidos, a todas luces, malignos. O están rellenas de mierda, o desbordan flujos menstruales y vaginales, cuando no son presentadas como aerofágicas a punto de estallar.

Una variedad de anuncios incitan a las hembras a comprar infinidad de productos favorecedores de la expulsión de las heces. Desde el Bífidus Activo pasando por los Bífidus Digestivum, los Bífidus Regularis, los Bifidobacerium Lactis y los Bífidus ActiRegularis hasta llegar al L. Casei Imunitass (todos productos virtuales de marketing industrial, es decir, más falsos que Rubalcaba). En tan sólo catorce días cagarás como una diosa. Añádele soja transgénica y esas agradables tiritas y copos, cereales lo llaman, de All-Bran fabricadas con serrín y, como reza el anuncio, «no te quedará nada dentro». Tu vientre estará vacío, en consonancia con el cerebro. Pues de eso se trata, vacía pero mona. Que los hombres te miren y deseen follarte. ¿Tus deseos? Ser deseada por tu vacía delgadez.

¿Y para esos días «especiales»? Anuncios con esbeltas adolescentes de todos los colores moviendo el culito y riendo sin parar de no se sabe qué y en donde el color del menstruo es azul cielo e inodoro. Como el antiguo «¿A qué huelen las nubes? ¿A qué huelen las cosas que no huelen?» A nada gilipollas, a nada, como la estupidez. Tampoco el flujo vaginal debe ya oler a Findus. Para ello, compresas con aloe vera, una especie de cactus de propiedades laxantes. De momento, no piden que te introduzcas la planta.

Y después de la ingesta de tanta fibra, las flatulencias. La mujer moderna en guerra contra sus gases. Tipos gordos de rosa, a modo de burbujas nadan en una piscina, a modo de barriga. «¿Te sientes como un pez globo después de una copiosa comida?», pregunta una voz en off mientras contemplamos a una fémina constreñida por no tirarse un pedo al grito de «todo preso libertad quiere», como hacía mi abuela. No resulta femenino aunque revientes.

¿Violencia sexista? ¿Dónde corazón?

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