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Vinokourov regresa a la competición

«Vino» recupera las alas

Dos años después de ser sancionado por dopaje, el corredor kazajo disputa desde hoy el Tour de l'Ain.

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Amaia U. LASAGABASTER

«Vino ha vuelto». Era el 21 de julio de 2007. Alexander Vinokourov subía al podio para celebrar su victoria en la 13ª etapa del Tour, una contrarreloj en Albi que parecía dar inicio a una nueva fase en su relación con la prueba francesa, bastante infortunada en los últimos tiempos. Y el kazajo resumía su satisfacción con esa frase.

48 horas después, el kazajo ofrecía otra exhibición, culminando en Loudenvielle una de sus espectaculares galopadas. Dos días más tarde, el Tour que acabaría ganando Alberto Contador, recibía un duro golpe. Los análisis realizados en la crono de Albi acusaban a Vinokourov de haberse realizado una tranfusión homóloga. El kazajo y su equipo hacían la maleta, como después harían Michael Rasmussen y Rabobank.

«Vino is back». Han pasado dos años, pero la frase es la misma. Luce en la camiseta amarilla con la que Vinokourov aparece en Mónaco, en vísperas del arranque del pasado Tour. Y no es un slogan comercial. «Vuelvo para correr uno o dos años más -anuncia- y me gustaría correr el Tour una vez más y llevar el maillot amarillo, aunque sepa que ya no puedo ganarlo». En el mes que ha transcurrido desde entonces, el kazajo ha vuelto a convertirse en la cara visible de Astaná, por muchos titulares que hayan acaparado las guerras intestinas en el equipo y pese a que Alberto Contador se embolsase su segundo Tour con los colores del país asiático.

Convencer al madrileño de que se quede en Astaná ha sido, precisamente, una de las funciones que ha asumido en las últimas semanas Vino, al que no todos los integrantes del equipo parecen hacerle el mismo tilín. Sobre todo el «clan Armstrong», encabezado por un Johan Bruyneel, que no parece especialmente dispuesto a contar con el kazajo en los pocos meses que le quedan al frente de Astaná. «Este equipo fue creado por mí, no veo como no se puede llegar a un acuerdo para mi regreso. Si no hay trato, Johan tendrá que dejar el equipo».

De la estepa a tierras galas

Las medias tintas nunca han ido con Vinokourov, acostumbrado a pelear desde que nació, en la dura estepa asiática, hace ya casi 36 años. Criado en el seno de una familia muy humilde, comenzó a correr con una bicicleta de fabricación casera. Ganar carreras era la única manera de mejorarla: los premios consistían en piezas de recambio.

Pronto recaló en la escuela soviética. Cambió las galopadas por las carreteras de alta montaña de su región natal -con temperaturas que llegan a oscilar desde los -30º hasta los 45º- por la pista de Almaty. También allí se acostumbró a ganar, como en muchas de las carreras que disputó con el equipo nacional, hasta que el seleccionador kazajo le puso en contacto con Gilles Mas. El director galo se dejó convencer y fichó a Vinokourov para el filial del Casino, con el que siguió levantando los brazos, ahora ya en las rutas francesas.

Un año más tarde debutaba como profesional, comenzando una carrera imparable. Etapas o carreras de varios días fueron cayendo al zurrón pero, como todos los ciclistas, el kazajo suspiraba por el Tour. Los años en la estepa le habían convertido en un buen escalador, y la etapa en la pista le había permitido desarrollar sus dotes como contrarrelojista, así que el sueño no parecía descabellado.

En 2003, con 30 años y siete después de haber puesto los pies en el Estado francés por primera vez, se subió al tercer peldaño del podio en los Campos Elíseos, a donde llegó con una etapa y el maillot de la combatividad. Pareció la confirmación de un corredor llamado a pelear por la carrera en los años posteriores, pero el Tour no es pródigo en sonrisas y a Vinokourov sólo volvió a ofrecérsela en 2005, cuando ganó dos etapas y concluyó en la quinta plaza.

Un año antes, ni siquiera había podido participar, tras sufrir una caída en la Vuelta a Suiza. Un año después, ni siquiera pudo tomar la salida, salpicado de rebote por la «Operación Puerto», que dejó a Liberty Seguros -con el que había fichado como jefe de filas y el Tour como gran objetivo- fuera de la carrera.

Inmejorable embajador de su país, encabezó el relevo de la formación española a manos de Astaná, con el que ganó la Vuelta de 2006 y con el que el 7 de julio de 2007 partía de Londres como principal favorito al triunfo en Paris. Dos semanas más tarde, pocas horas después de firmar su segundo triunfo, abandonaba la carrera, después de que su sangre hiciera saltar la alarma en un laboratorio.

Hoy, en el Tour de l'Ain, no demasiado lejos del lugar en el que pareció decir adiós al ciclismo, vuelve a desplegar las alas. Vino ha vuelto.

La crono encarama a Danielson al liderato

Tom Danielson (Garmin) se adjudicó la cuarta etapa de la Vuelta a Burgos, una contrarreloj de 15 kilómetros, por delante de su compañero Danny Pate y Alexei Markov (Katusha). Danielson es el nuevo líder a falta de la última jornada, con meta en Lagunas de Neila.

Victorias de Sinkewitz y Greipel

Patrick Sinkewitz (PSK) se impuso en solitario en la 3ª etapa de la Vuelta a Portugal, que sigue liderando Cándido Barbosa (Palmeiras). En Polonia, la última etapa fue para André Greipel (Columbia) y la victoria en la general para el campeón del mundo Alessandro Ballan (Lampre).

El contraanálisis confirma el positivo de Di Luca

El contraanálisis realizado por el laboratorio de Chatenay confirmó el resultado de la muestra A, revelando la presencia de EPO Cera en la sangre de Danilo Di Luca. El corredor fue controlado posisitivo durante el pasado Giro y se enfrenta ahora a dos años de suspensión.

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