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Raimundo Fitero

Consternación

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Las cosas que acostumbran a pasar con más asiduidad de lo razonable acaban provocando consternación cuando vuelven a suceder. En todos los órdenes de la vida, ya sea un comunicado de ETA, las lluvias torrenciales de agosto, los incendios forestales con fallecidos o las declaraciones sobre las distintas crisis que atravesamos sin cuaderno de bitácora. La televisión como medio de comunicación de masas por excelencia refleja estos asuntos con la tendenciosidad emotiva, sentimental o ética que corresponde a cada momento histórico y en plenas vacaciones estivales se nota un cierto debilitamiento de los discos duros de las redacciones de cada emisora.

Por ello cuando muere un joven de veintiséis años, deportista de élite, que cae fulminado por un infarto mientras está hablando por teléfono con su novia embarazada de siete meses, concurren demasiados datos como para que la palabra consternación ocupe cualquier oración dirigida a comentar este luctuoso hecho lamentable y, además, para que en la jerarquía informativa de los noticiarios televisivos y en los periódicos digitales se coloque en un primer lugar destacado precisamente por lo que tiene de inverosímil o sorpresivo dentro de su habitualidad.

Las muertes súbitas de jugadores es algo que si repasamos las hemerotecas veremos que tienen una frecuencia harto sospechosa de responder a una serie de circunstancias nunca esclarecidas. Y no solamente en el fútbol profesional de primer nivel, también sucede en otras categorías o en otros deportes suceden estas desgracias y siempre se escuchan las posteriores argumentaciones médicas, deportivas y sociales e incluso políticas que intentan presentar el caso como fruto de una casualidad, de un cúmulo de circunstancias, como si fuera cosa del destino. Es la manera de alejar responsabilidades, de evitar preguntas sobre los controles médicos, sobre los esfuerzos a los que se someten esos deportistas, sobre las condiciones de trabajo. En este caso, como es también habitual, se dice en primera información que no tenía ninguna lesión ni problema cardiológico. Si es así de rotundo, ¿por qué le reventó el corazón? No obstante, es cierto, causa consternación.

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