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Fernando APRAIZ, Pedromari OLAETA y J. Migel AGIRRE Miembros de Euskaria Fundazioa

El PSOE y la prestidigitación política

En cuanto puedan presentar unas cuentas que disimulen el fracaso del sistema neoliberal bajo la etiqueta del «fin de la crisis», el PSOE en Hego Euskal Herria se va a lanzar a un intento de reforma estatutaria

En poco más de una década, el PSOE ha pasado de perder casi todos los centros de poder a colocarse en el centro de todo el entramado político de Estado español y de Hego Euskal Herria. Después de los gobiernos de Felipe González en el que se instauró una verdadera «cleptocracia», en la que no faltó todo tipo de fechorías incluida el crimen de Estado, el PSOE fue expulsado electoralmente de casi todos los gobiernos autonómicos y cómo no, del Gobierno de Madrid. El PSOE, descabezado y enfrascado en luchas de liderazgo de barones varoniles, navegó en el caos durante unos años.

En esos años en Hego Euskal Herria el panorama para los hijos de González no era diferente: El PSOE en Nafarroa había sido uno de los paradigmas de la forma de proceder bananera del PSOE español. En las tres provincias occidentales, su líder Nicolás Redondo Terreros era miembro del «Trío Calatrava-Calavera» junto a Fernando Savater y Mayor Oreja.

El desastre de una década de felipismo fue tal que no pocos vieron con alivio la llegada del señor Aznar. Muchos jóvenes criados en el felipismo creían más moderno votar a los tardofranquistas de jersey al hombro del PP. Incluso el PNV amagó con iniciar una negociación de reforma estatutaria con el nuevo inquilino de Moncloa.

Pero Aznar poco tardó en recuperar su camisa azul y en desarrollar todos esos tics tan conocidos en otros señores pequeños con bigote. El pequeño dictador Jose Mari, afectado de la megalomanía propia de nacionalismo español y alineándose internacionalmente con los jinetes de la Apocalipsis inició su propia cruzada contra el moro y el vasco.

El caos del PSOE y el neototalitarismo del PP fueron aprovechados por el movimiento abertzale con el esquema resolutivo de Lizarra-Garazi, desde donde se tomó por primera vez la iniciativa política. El escenario institucional dejado por Lizarra-Garazi dejaba fuera de las instituciones de Hego Euskal Herria al PSOE, incluso sus feudos tradicionales pasaron a manos abertzales porque ni los hijos de sus votantes habituales tenían tragaderas para digerir su alianza con los neofalangistas.

A los soberanistas poco nos debiera atañer qué tipo de sistema jurídico debe tener el Estado español, pero la obsesión hispánica por mantenernos atados a los restos de su Imperio colonial nos obliga a tener que acudir a foros donde hablan sobre nuestro futuro. Quizás por eso, muchos líderes políticos del país hablaron de Lizarra-Garazi como el periodo para una segunda transición.

La recomposición del mapa político que dejaba en clara debilidad a las fuerzas nacionalistas españolas parecía posibilitar el cambio del marco jurídico-político de Hego Euskal Herria. Sin embargo, lo desafortunado de los acontecimientos en Madrid y sobre todo, el cainismo político vasco permitieron un nuevo acto de prestidigitación política que llevó al PSOE a recuperar la Moncloa y recientemente a llegar por primera vez a Ajuria Enea.

Tras la seducción del seductor Imaz, tras la trampa de Loiola, tras el «harakiri» del tripartito de Gasteiz, el actual panorama político tiene como director de escena al PSOE, siendo este grupo político el que va a liderar una «segunda transición», en la que la: (contra)Reforma de Estatuto de Gernika y del Amejoramiento Foral, ambos a la baja, serán el broche final. En cuanto puedan presentar unas cuentas que disimulen el fracaso del sistema neoliberal bajo la etiqueta del «fin de la crisis», el PSOE en Hego Euskal Herria se va a lanzar a un intento de reforma estatutaria.

Una vez que el PNV de Urkullu pueda justificar su vuelta a la cohabitación con el PSOE, una vez que la izquierda abertzale tradicional quede en 2011 fuera de todas las instituciones y que parte de los otros sectores del abertzalismo de izquierdas se vean tentados por una salida posibilista, la oposición política al régimen español podría quedar en manos exclusivas de una organización armada que cada vez que actúa contribuye a legitimar el sistema que dice combatir.

Este es el: escenario buscado por el PSOE, con un PP prescindible y sin aliados en Madrid que le hagan llegar al Gobierno aunque ganara las elecciones. Este es el escenario que finiquitaría definitivamente la posibilidad de un proceso soberanista que dotara de Euskal Herria de un corpus jurídico soberano que garantizara todos los derechos y la paz.

Pero todos los prestidigitadores usan la trampa y el despiste como medios de hacer aparentar como mágico un juego de manos propio de tahúres. En manos del público, en manos de la ciudadanía organizada, activa y crítica esta acudir a este espectáculo o montar nuestra propia historia.

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