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CRÓNICA Feria de artesanía

Con el brillo de mil colores, cada pieza artesana es el reflejo de todo un talento

Hacer de la afición un oficio no siempre es fácil, aunque algunos artesanos, después de mucho empeño y dedicación consiguen vivir de ello. Tras cada pieza y cada creación se esconden horas de trabajo, pero sobre todo una idea original y propia. Y precisamente, esa exclusividad es la que se paga.

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Oihane LARRETXEA

La Plaza Zuloaga de Donostia, o más conocida por la gente de la Alde Zaharra, Plaza San Telmo, se ha convertido durante la Aste Nagusia en punto de encuentro de diversos artesanos. Cuero, plata, madera, telas, papel... materiales de todo tipo, para crear productos de todo tipo.

A pesar de que la crisis afecta ya a todos los sectores, no faltan los curiosos que se asoman a cada puesto para ojear qué es lo que se vende. «Hay mucha gente de aquí, pero sobre todo se acerca gente extranjera y esos siempre compran, aunque menos que antes» apunta Arantxa Paskual, desde su puesto-taller aparte.

Aunque también señala que la mejor venta es la que se hace en las ferias, ya que los productos están a pie de calle. «Si la gente no se acerca al negocio, lo mejor es acercar el negocio a la gente».

En una feria de artesanía se puede ver de todo, siempre y cuando se haya echo todo a mano. Así, la bisutería que se puede encontrar en Zuloaga es muy diversa: plata, coral, lava, cristal o madera.

Ander Garnelo conoce este mundo desde siempre. Sus padres, argentinos de nacimiento, se dedican al esmaltado de bisutería desde hace treinta años «Estudiaron artesanía, y cuando vinieron a Euskal Herria se especializaron» cuenta Garnelo.

En su puesto destellan cientos de colores que lucen un brillo especial a causa del esmaltado.

Detrás del mostrador para atender a los clientes se encuentra su padre, Jorge Garnelo, muy concentrado, haciendo minuciosamente un anillo.

Como dictan las modas, cada año hay una prenda estrella, o un producto más exitosos. Por ejemplo, Paskual menciona que lo más vendido son los productos hechos con tela, concretamente los broches.

«También las horquillas para el pelo gustan mucho, ahora en verano se hacen más recogidos, y son detalles que quedan muy bonitos», añade Paskual.

Izaro Orbegozo en cambio apunta que ella vende de igual manera las prendas que hace, aunque en la época estival se lleven más las faldas.

«Los alfileres para las solapas, sin lugar a dudas» concluye Garnelo. El complemento que menciona es una especie de broche que sirve de igual manera para lucirlo tal cual, o atar el pañuelo que llevemos al cuello.

Algo que no entiende de modas son los juegos para niños. Es verdad que con el paso del tiempo se modernizan, o cambian los gustos, pero a lo que a los juegos educativos se refiere, tableros con el abecedario, o el mapa de Euskal Herria son imprescindibles.

Juan Carlos Álvarez regenta el puesto Los Juegos desde hace veinticinco años, y como el nombre indica, está basado en juegos que entretengan y eduquen a los más pequeños.

«Educarles mientras están entretenidos, es una manera de inculcarles valores y conocimientos, sin que se aburran» opina Álvarez.

Aunque admite que hace años se vendía mucho más, dice que en Euskal Herria el negocio funciona bien, y le permite vivir de ello. «Desde que vine aquí hace ahora seis años, las ventas van mejor».

La materia prima

Mirando sus juegos llaman la atención dos cosas: el material empleado, y los colores tan fuertes y llamativos.

«Todo lo hago a base de madera, porque es un material muy noble, y recuerda mucho a los juegos de antes» explica Álvarez.

Entre los tableros que inundan su mostrador se encuentran los clásicos de siempre como las damas o las piezas de distintas formas para construir figuras.

Pero este año ofrece una novedad: «Se trata del juego Surakarta, un juego originario de Indonesia, tan famoso como el parchís».

Se parece mucho a las damas porque tiene como objetivo eliminar las fichas del contrincante hasta dejarlo sin ninguna. Lo novedoso es la manera en la que se le quitan las fichas, que siguiendo los círculos del tablero, tienes que llegar al punto exacto donde se encuentra alguna pieza del rival y sacarla así del tablero.

Hablando de madera, en mitad de la plaza se encuentra Karlos Irazu, artesano que motosierra en mano talla esculturas de gran tamaño.

El estruendo que provoca al arrancar el motor hace que la gente deje lo que tenía entre manos para acercarse al centro.

Subido a una pequeña plataforma se encuentra rodeado de esculturas ya realizadas en estos días de la Aste Nagusia, que con motivo de la candidatura de Donostia a ser capital de la Cultura, le han encomendado un nuevo proyecto.

«El objetivo es crear un total de nueve esculturas en madera de haya que tengan relación con la ciudad» explica Irazu.

Al mirar hacia un lado la presencia de un pintxo gigante hace reir a todo el que pasa. «Una de las características son, como no ,los pinchos, por ello he optado por crear esta aceituna con guindillas y anchoas ».

También tendrán su escultura particular el surf; con una tabla, el festival de cine; mediante un zapato de tacón y una cámara, San Sebastián; con tambor y palillos o Santo Tomás; representado con un talo gigante con la chistorra correspondiente, por supuesto.

Talleres

«La mayoría de la gente se echa para atrás a la hora de comprar cuando ven los precios de la artesanía en general» apunta Garnelo.

Lo que hay que tener en cuenta, en cambio, a la hora de comprar, es que detrás de cada creación hay muchas horas de trabajo, y sobre todo una originalidad, un estilo innato que se tiene o no se tiene.

Por ello, con la idea de acercar la artesanía, y mostrar todo el proceso hasta obtener el resultado final se ofrecerá hoy por la tarde un taller de esmaltado dirigido a pequeños y mayores.

La feria, que estará abierta al público hasta el próximo sábado recoge un sinfín de artículos, pero sobre todo ofrece el talento de artistas que con sus manos materializan lo que tienen en mente.

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