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Decenas de víctimas y miles de desplazados por la ofensiva militar en el norte de Yemen

La ofensiva del Ejército yemení contra los rebeldes chiíes en el norte del país ha causado ya decenas de muertos y heridos, muchos de ellos civiles, y miles de desplazados. Los rebeldes rechazaron las condiciones del Gobierno para un alto el fuego al tiempo que acusaron a Sana'a de no haber aplicado nunca el acuerdo firmado en 2007. Además de la rebelión chií, Yemen se enfrenta a una oleada de atentados de Al-Qaeda y al incremento del sentimiento independentista en el sur.

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Dieciséis rebeldes chiíes y cinco soldados murieron ayer en los enfrentamientos ocurridos en la montañosa provincia de Saada, en el norte de Yemen, un día después de que una quincena de trabajadores humanitarios de la Media Luna Roja fueran secuestrados por un grupo insurgente en una provincia vecina. El Ejército yemení comenzó el martes por la noche una amplia ofensiva militar en la región, que ha incluido bombardeos aéreos y terrestres contra los refugios de los seguidores del líder rebelde Abdul Malik al-Houthi, conocidos como los «hutíes», a quienes el Gobierno amenazó con atacar «con puño de hierro».

En esos ataques y en los enfrentamientos entre soldados y milicianos zaidistas (una rama del chiísmo) han muerto más de una treintena de personas y decenas han resultado heridas. Los insurgentes acusaron a las autoridades de haber provocado decenas de muertos civiles durante los dos primeros días de bombardeos desde aviones de combate y tanques contra sus bastiones, y aseguraron verse obliga- dos a «defender a los inocentes que han sido tomados como objetivo por estos crueles ataques». Calificaron la ofensiva militar de «escalada peligrosa» y de «acto criminal».

El gobernador de la provincia de Saada, Hassan Mohamed Manna, apuntó que durante los últimos cinco días alrededor de 17.000 familias han tenido que abandonar sus hogares huyendo del conflicto armado.

Fuentes oficiales yemeníes señalaron que el Gobierno ha cortado todas las comunicaciones en la provincia de Saada como parte de las medidas adoptadas para presionar a los «hutíes» e impedir que se puedan comunicar entre ellos.

«Punto muerto»

La agencia de noticias oficial yemení, Saba, explicó que la ofensiva militar se produjo después de que «los esfuerzos de paz llegaran a un punto muerto». El lunes, el presidente yemení, Ali Abdalah Saleh, argumentó que los «hutíes» han cometido «numerosas agresiones contra los ciudadanos, saqueos de sus bienes, destrucción de sus residencias y ataques contra fuerzas del orden, mezquitas, escuelas y administraciones».

Los enfrentamientos entre esta milicia chií y las tropas gubernamentales se remontan al año 2004, cuando centenares de personas, incluido el fundador del grupo, Husein al-Houthi, perdieron la vida durante los violentos combates en Saada. Desde entonces, los muertos han sido miles. Los «hutíes» culpan al Ejecutivo de no haber cumplido nunca el acuerdo que ambas partes firmaron en junio de 2007, bajo los auspicios de Qatar, para poner fin a las hostilidades, mientras que las autoridades dicen que los zaidistas «han echado abajo el proceso de paz, afectando a la seguridad y estabilidad de la provincia y obstaculizando la normalización y el desarrollo de la provincia».

El Gobierno yemení sostiene que los zadistas rechazan el régimen actual y aspiran a restaurar la ley religiosa que prevaleció en el país hasta la revolución republicana de 1962, mientras que la insurgencia asegura que está defendiendo sus pueblos frente a la opresión de las fuerzas gubernamentales.

Los rebeldes zaidistas afirman que están siendo perseguidos por su oposición a EEUU e Israel, pero el Gobierno, que tiene el apoyo de Arabia Saudí, les acusa de ser leales a Irán.

Propuesta rechazada

El Gobierno del presidente Ali Abdalah Saleh propuso el jueves a los insurgentes una serie de condiciones para poner fin a la ofensiva militar y negociar la situación de las personas detenidas, y que fueron rechazadas de inmediato por los zadistas, cuyo líder al-Houthi afirmó que su único objetivo es «distraer a la opinión pública después de los crímenes contra la humanidad cometidos en los pueblos de Saada, en lugar de resolver el problema de raíz».

Las condiciones ofrecidas el jueves para la tregua incluían la retirada de los rebeldes de todas las oficinas gubernamentales que ocupan, la entrega de todas sus armas y municiones y la liberación de todas las personas capturadas durante los combates. Sana'a acusa también a este grupo del secuestro de cinco alemanes y un británico el 12 de junio -extremo que los «hutíes» niegan- y les exige que revele dónde los mantiene retenidos.

Yemen, uno de los países más pobres del planeta, se enfrenta también al aumento de la inestabilidad en el sur del país, donde las aspiraciones independentistas siguen siendo fuertes, cerca de 20 años después de la unificación, y a una ola de violencia de Al-Qaeda.

emergencia

El gobernador de Saada acusó del secuestro de quince trabajadores de la Media Luna Roja a los rebeldes zaidistas, quienes negaron su implicación, y decretó el estado de emergencia, además de pedir a la población que ayude al Ejército a perseguir a los insurgentes.

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