Las fiestas que sacuden la mayoría de los pueblos y barrios de nuestra geografía durante esta época suelen ser momentos especiales para compartir con amigos y familiares. El ajetreo y la diversión se apoderan de las calles que durante el resto del año laten a un ritmo estresado.

La espera de las fiestas se hace larga pero una vez lanzado el txupin, o lo que quiera que dé inicio a la juerga, los juegos infantiles, la batucada, las txosnas, las comidas populares, los bertsolaris o los conciertos parecen ponerse de acuerdo para que el ánimo no decaiga.

Pero detrás de esta estampa de fiesta existe una realidad oculta y desinteresada. Cientos de personas trabajan a destajo para que el aburrimiento no planee y existan cientos de actividades para todos los gustos. En la Aste Nagusia que ahora nos acecha, la de Marijaia, son los integrantes de las comparsas los que hacen eso posible con un programa festivo de cerca de 300 actos de todo tipo y nueve días de diversión. Esas personas que trabajan a destajo montando la txosna primero; dándonos de comer y de beber después; llenando los interminables turnos, participando como organizadores en cada uno de los actos o velando en contra de las agresiones sexistas en el recinto festivo son las verdaderas protagonistas de la fiesta. No de forma visible y ni si quiera de manera reconocida, pero lo son. Porque sin ellos ni siquiera habría Aste Nagusia.

La organización festiva de la capital vizcaina y su programa de actividades es, como no podía ser de otra manera, a lo grande, a lo bilbaino. Pero constituye un ejemplo más de una forma de vivir, sentir y entender las fiestas. Y es que en este país, hasta los piratas buscan el mismo objetivo que los comparseros de Bilbo o las peñas de Iruñea pasando por todos y cada uno de los componentes de las comisiones festivas de cualquier barrio o pueblo de Euskal Herria, ya que todos trabajan por un modelo festivo en el que la participación va más allá de un eslogan, el patrocinio brilla por su ausencia y la entrega desinteresada es el pilar esencial.