Casi cuatro meses después de romperse el peroné, Mikel Aranburu volvió el martes a disputar un partido. El azpeitiarra jugó 45 minutos contra el Real Unión en el intenso triangular que tuvo lugar en Gal.

«Lo mejor, personalmente, fue que no me molestó el peroné. Llevaba tiempo sin jugar y eso se nota, pero di un primer paso. Me hubiera venido bien jugar más amistosos, pero es lo malo que tiene estar tanto tiempo parado. El año es largo y lo que tengo que hacer ahora es aprovechar los entrenamientos para coger el ritmo que tienen los compañeros», manifestaba el capitán al término de la sesión preparatoria.

«Lo más gratificante es correr y jugar sin dolor. Espero no parar más esta temporada», añadía. Cuestionado por el aspecto sicológico, Aranburu apuntaba que «en algún lance sí que pueda tener algo de miedo, pero según pasen los entrenamientos y los partidos se me irá yendo».

Mucho tendrá que luchar para hacerse con un hueco en el centro del campo, donde Rivas, Elustondo y Zurutuza parecen llamados a formar el triángulo sobre el que se soporte el once realista. El propio jugador se descartó prácticamente para el arranque liguero en Las Palmas, al menos como titular.

El entrenamiento de ayer tuvo lugar en Urnieta, donde la Real acudió -invitada por el Ayuntamiento- para estrenar el nuevo césped sintético. Un buen número de aficionados de todas las edades se dieron cita en la grada para presenciar la sesión de los de Martín Lasarte.

Antes de comenzar, la consejera blanquiazul Nekane Soria entregó al alcalde, Mikel Izagirre, una placa en agradecimiento por el convite. Éste, a su vez, obsequió a la entidad txuri-urdin con un grabado.

La sesión se prolongó durante algo más de hora y media. La primera plantilla retorna hoy a Zubieta a partir de las 9.00, con la mirada puesta ya en el último choque de la pretemporada. Será el sábado en Tolosa contra el Numancia.