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Fede de los Ríos

Dos gotas de agua estancada

La división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial en los que dice basarse la democracia española funciona de manera tan independiente como el trío Lá, lá, lá

Dicen que vinieron a traer la normalización a Euskadi, a traer la democracia y para ello olvidaron sus pequeñas diferencias centrándose en el objetivo de pacificar a este pueblo. La división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial en los que dice basarse la democracia española funciona de manera tan independiente como el trío Lá, lá, lá. Unos proponiendo medidas excepcionales, otros dando su aprobación a leyes de excepción y los terceros aplicándolas, independientemente, de la manera más torticera a fin de conseguir el beneplácito que garantice su carrera en el escalafón.

«Porque he dicho una y mil veces que no vamos a buscar acuerdos con un Partido Popular que lo único que sabe hacer en Euskadi es antinacionalismo y antisocialismo» son palabras de Patxi López el 23 de febrero de este año. Pasó un mes, es decir, apenas treinta días y fue investido lehendakari por un acuerdo con el PP «Entre sonrisas y abrazos/ verás que la paz se fragua/ aunque seamos distintos/ cual dos gotas de agua» recitó en Gernika al tomar posesión del cargo. Exactamente como dos gotas de agua. «El pacto PSE-PP está aislado y blindado», ha declarado recientemente, para añadir a renglón seguido «no vamos a parar hasta desterrar de las calles a los violentos». Y en eso están. En un endurecimiento de la represión y flagrante vulneración de las libertades públicas. Es lo que entienden las dos gotas de agua por normalización.

Por ello mandan a sus ángeles custodios a golpear a familiares de presos que piden su acercamiento. La calle vuelve a ser suya. Cualquier tipo de reivindicación es tildada de apología del terrorismo. En cualquier enfrentamiento con ellos, por muy dialéctico que sea; cualquier respuesta a sus provocaciones puede llevar emparejada multa y cárcel para el discrepante. Pueden ocupar alcaldías con gentes mercenarias venidas de otros lugares a imponer políticas y símbolos extraños a sus habitantes. Es la autoridad y toda discrepancia manifestada es tildada de atentado a la misma.

Las Reginas y los Attilas vuelven a imponer sus voluntades. Un fascismo de nuevo cuño retorna como política de Estado. Y la Policía impone el orden nuevo en las calles de pueblos y ciudades. Todo lo que no es de su agrado resulta prohibido. Es su normalización y su democracia. Necesitan acabar con los espacios donde los irredentos se reúnen, se organizan, se divierten, se reconocen como iguales entre sí y diferentes de los opresores, aburridos y sumisos. La red social y asociativa gestada durante años en Euskal Herria es su objetivo a batir. Desestructurar los movimientos sociales es para ellos necesario. Únicamente las instituciones por ellos controladas deben ser las que vehiculicen el malestar de lo social, de lo contrario resulta peligroso.

La apuesta del PSOE, actual morroi del Estado, es fuerte. Su inteligencia, únicamente apoyada en la fuerza, no es mucha. Su margen de maniobra, con el PP en su nuca, es mínimo. Más tarde que temprano las dos gotas de agua estancada, tan distintamente iguales, acabarán cayendo por el sumidero. Serán otros los que tiren de la cadena.

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