Robert Rodríguez es uno de los realizadores más prolíficos en la actualidad, metido a la vez en un sinfín de proyectos que fabrica, literalmente, como churros. A pesar de tener entre manos los rodajes de «Machete», la segunda parte de «Sin City», el remake de la película de culto «Red Sonja» y la adaptación de algún videojuego, se las arregla para seguir haciendo esas películas infantiles que dedica a sus hijos.

En el fondo es un niño grande al que le encanta jugar con los efectos digitales de última generación, omnipresentes en la trilogía de «Spy Kids» y en «Las aventuras de Sharkboy y Lavagirl en 3-D». Cuatro precedentes más que suficientes para que el público familiar sepa lo que se puede esperar de «Shorts. La piedra mágica». Robert Rodríguez ha diseñado en esta ocasión unos escenarios muy de cómic, con una zona residencial de casas idénticas perfectamente alineadas, llamada Black Falls porque todos sus habitantes trabajan en la empresa Black Box, dirigida por Mister Black, a quien interpreta James Spader. Se puede decir que los adultos tienen la vida solucionada, pero no así los niños en su deseo innato de dejar volar libre la imaginación, hasta que encuentran una piedra con los colores del arco iris que colma todas sus peticiones. El barrio no tarda en llenarse de los objetos y seres más extraños, todo con tal de romper con la monótona y aburrida uniformidad del lugar.