El pueblo «natal» de kansas de dorothy se apunta a la oz-manía
Fiesta de «oztobre», restaurantes que dan «tacoz», un museo, peluquerías y librerías a tono: para mantener esta ciudad-dormitorio que reposa en las llanuras de Kansas (centro de EE.UU.) y sobre todo para atraer a los turistas, los 4.312 habitantes de la ciudad de Wamego viven ahora al ritmo de «El Mago de Oz».
Olivia BLANCO MULLINS I
Porque si Wamego tiene derecho a que se le mencione en las guías turísticas es porque aquí, en el corazón de la muy rural Kansas, fue donde, en 1900, el escritor L. Frank Baum decidió situar la acción de su novela de fantasía «El maravilloso Mago de Oz». Una obra -o, más bien, una saga, porque escribió trece títulos más sobre la serie Oz- que durante décadas fue uno de los libros de literatura infantil más leídos de su país, pero que se hizo mundialmente famoso definitivamente gracias la adaptación cinematográfica en la que Judy Garland, que contaba entonces con 17 años, se «comió» la pantalla y al público. La película que, dirigida por Victor Fleming, narra la historia de una niña y su perro (Totó) que son succionados por un tornado y transportados a un mundo maravilloso llamado Oz, fue estrenada en los cines el 12 de agosto de 1939. Es uno de los grandes clásicos de la historia del cine y, en su setenta aniversario, el pueblo de Wamego no quiere dejar pasar la ocasión para celebrarlo.
En esta localidad, Dorothy Gale, el personaje interpretado por Judy Garland, es la protagonista indiscutible de camisetas, carteles y hasta tazas de café decoradas con su fotografía. Sin embargo, el «Oz-manía» no se detiene allí. La peluquería local se llama «Ahhhhz» y el restaurante de especialidades mexicanas no ofrece tacos (tortillas rellenas de carne, con ensalada y queso), sino «tacoz». La calle principal de Wamego incluso ha sido rebautizada como «Camino a Oz».
Y como Dorothy y sus amigos en la película, los peatones deben seguir un camino de baldosas amarillas para circular por la ciudad. Aunque hay una diferencia: en Oz, el camino conducía a la Ciudad Esmeralda; en Wamego, lleva directamente al museo... el Museo Mago de Oz. El museo cuenta con 25.000 piezas relacionadas de una u otra forma con este pilar de la cultura popular norteamericana. Y así se exponen un trozo de uno de los vestidos usados por Judy Garland en el rodaje, así como las muñecas y los carteles de la película. Y el libro de L. Frank Baum se vende en 46 idiomas.
«Gracias a Oz, nos hemos convertido en un destino turístico», afirma satisfecha Mercedes Michalowski, directora del museo. «Hasta ahora sólo éramos un cartel en la carretera», agrega. Pero si, desde el comienzo del año, han pasado por aquí 3.000 visitantes más que en todo el año pasado -el setenta aniversario de la película obliga-, en el pueblo de Wamego ya se están frotando las manos ante la perspectiva de la llegada del mes de «oztubre». Entonces se espera el desembarco de la «Oz-manía» más fetichista. Historiadores, aficionados y fans llegarán los fines de semana -o, al menos, así lo esperan en el pueblo- para revivir a Dorothy y a sus compañeros: un hombre de hojalata que añora un corazón, un león que sueña con recobrar la valentía perdida y un espantapájaros con ansias de tener un cerebro.
Irónicamente, si L. Frank Baum escribió su novela como una alegoría sobre la difícil situación económica de los agricultores en Kansas en el siglo XIX, para los actuales habitantes de Wamego, Oz es, sobre todo, un gran negocio. Y Clark Balderson, el responsable de la trasformación de Wamego en el Oz a tamaño real, no lo oculta. Afirma que tuvo la idea durante un viaje a Portugal, cuando en un aduanero le preguntó si su Kansas era la patria de Dorothy. «Y entonces me di cuenta que todo el mundo asociaba a Kansas con el Mago de Oz». Lo hizo para deleite de sus conciudadanos -sobre todos de los comerciantes-, que le están agradecidos por haber «ozado» a ello. Por cierto, la Warner sacará también una preciosista reedición con motivo del 70 aniversario en dos discos del formato de alta definición Blu-ray el 27 de octubre.