Seguridad en el trabajo, ¿objetivo o trámite?
El trabajador muerto ayer en la planta de Befesa en Erandio es al menos la cuadragésima octava víctima de la siniestralidad laboral en lo que va de año. En una coyuntura en la que la crisis aparece como el principal enemigo de los trabajadores, los accidentes laborales se siguen sucediendo incesantemente. El trabajador accidentado mortalmente ayer no fue víctima de la crisis, pero sí de la precariedad. No obstante, cabe señalar, como los sindicatos han venido denunciando, que la crisis ha provocado un mayor descuido de aspectos como la seguridad en las empresas. Según Osalan, las medidas de seguridad adoptadas por la empresa del trabajador fallecido no eran las adecuadas. Y esa empresa no es una excepción, sino una de las muchas para las que la prevención de riesgos es un trámite a cumplimentar porque así lo dispone alguna ley. Es decir, la seguridad de los trabajadores no es considerada un objetivo comparable a la optimización de beneficios. La creciente precariedad se traduce en empleos de cada vez más baja calidad, en los que la seguridad del trabajador es accesoria y ni siquiera los responsables de hacer cumplir la legislación al respecto son capaces de lograr su eficacia, lo cual redunda en el incumplimiento de las leyes de prevención. Seguramente existen accidentes laborales inevitables, pero ¿eran inevitables los 48 de este año?