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Elecciones legislativas en Japón

El electorado japonés apuesta por el cambio político

La oposición de centro arrasó ayer en los comicios generales en Japón con un ambicioso programa de cambio social y pone así fin a más de cinco décadas de dinastía conservadora en la segunda potencia económica mundial. Pese a la mayoría absoluta lograda, Yukio Hatoyama, líder del PDJ, expresó su intención de incluir a socialdemócratas y al Nuevo Partido Popular en el Gobierno. El primer ministro saliente, Taro Aso, anunció que dejará la Presidencia del PLD.

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GARA | TOKIO

Los japoneses votaron ayer en masa por la oposición de centro que gracias a sus promesas de llevar a cabo una política más social, después de 54 años de reinado de los conservadores, obtuvo la mayoría absoluta. Tras el vuelco en el panorama político japonés habrá que esperar a ver cómo se materializa el «cambio histórico» anunciado.

Según las últimas estimaciones difundidas por la televisión pública NHK el Partido Democrático de Japón (PDJ) habría obtenido 307 de los 480 escaños de la Cámara de Diputados, infligiendo una humillante derrota al Partido Liberal Demócrata (PLD), que sólo habría logrado 119, frente a los más de 300 con que contaba hasta ayer.

Aunque los resultados oficiales no se conocerán hasta hoy, el primer ministro saliente y líder del PLD, Taro Aso, admitió su responsabilidad en la debacle electoral y anunció su intención de dimitir de la presidencia de su partido. «Asumo mis responsabilidades y voy a dimitir», sentenció, antes de apostar por un «nuevo comienzo» en el PLD para afrontar la nueva legislatura, en la que estará en minoría en ambas cámaras de la Dieta (Parlamento) por primera vez desde su fundación en 1955.

Aso, que batió marcas de impopularidad, deberá, no obstante, permanecer al frente del Gobierno hasta la elección del nuevo primer ministro, Yukio Hatoyama, líder del PDJ por parte del Parlamento en un plazo de dos semanas.

La formación de centro de Hatoyama, ya es mayoritaria en el Senado, gracias al apoyo de otros dos partidos de la oposición con escasa representación, el Partido Socialdemócrata y el Nuevo Partido Popular. Pero de ahora en adelante, tendrá el control absoluto del Parlamento y vía libre para llevar a cabo su ambicioso programa de reformas.

Muy sonriente, Hatoyama dio las gracias a los votantes por su apoyo y aseguró que ahora el «principal desafío, sin ser arrogante, será convertir esta victoria en la victoria del pueblo».

La apuesta por el cambio de los japoneses es también un voto de castigo por los excesos de la política liberal aplicada por el PLD en los últimos años, a la que culpan de las crecientes desigualdades sociales, del desempleo y de la precariedad.

En contraposición, el PDJ quiere poner su política «al servicio de la vida de la gente», con un programa muy generoso en subsidios.

El futuro primer ministro rechazó ayer, en sus primeras declaraciones, el «fundamentalismo de mercado» y prometió controlar los excesos del capitalismo. «No debemos considerar el fundamentalismo de mercado como la respuesta a todo. Controlaremos los excesos», afirmó antes de añadir que «concedemos, por supuesto, mucha importancia al crecimiento económico, pero sobre todo debemos aumentar la renta de los ciudadanos»

En este sentido, destacó que el papel que deberá desempeñar el nuevo Gobierno es el de «reconfortar a los más desfavorecidos de la sociedad y trabajar por la felicidad de todos».

Para ello, espera contar con la ayuda de sus socios en el Senado, los socialdemócratas y el Nuevo Partido Popular.

Ayer mismo mostró su disposición a incluir en el futuro Gobierno a ambas formaciones, pese a su victoria por goleada. «Si se conforma un Gobierno liderado por el Partido Democrático de Japón -sostuvo-, quiero formar coalición con el Partido Socialista y con el Nuevo Partido Popular. Lo he dicho antes y no hay cambio en este sentido».

De hecho, el pasado 14 de agosto, los líderes de los tres partidos comparecieron ante la prensa para anunciar las políticas conjuntas a llevar a cabo en caso de una victoria electoral.

«Alianza fuerte»

Aunque en el ámbito diplomático, el PDJ se decanta por un Japón mas independiente de EEUU, aunque sin poner en entredicho su alianza estratégica con Washington, el presidente estadounidense, Barack Obama, manifestó que espera una «alianza fuerte» con el próximo primer ministro.

La victoria del PDJ desencadenó un estallido de júbilo y un estruendo de aplausos en el cuartel general del partido, en Roppongi, uno de los barrios de moda de Tokio, pero Hatoyama sabe que una vez que dacaiga la exaltación las cosas se pondrán serias para este joven partido que no ha gobernado nunca. «Es una gran responsabilidad», admitió.

El PDL se lleva la cruz de la moneda, relegado a la oposición, un lugar en el que podría permanecer mucho más tiempo que los diez meses de los años 90, ya que tiene frente a él a un partido con una gran mayoría que hará cuando pueda por permanecer en el poder.

En este contexto, es probable que los conservadores aprovechen la ocasión para reformar el partido, cambio a favor del cual se pronunció ayer Aso cuando dijo que «como simple miembro, debo luchar por la renovación del PLD».

ALta participación

En torno al 69,5% de los más de 104 millones de japoneses convocados a las urnas acudió votar, con una participación anticipada en niveles récord (casi 14 millones, el 13,4% del censo).

Del milagro económico nipón tras la II Guerra Mundial a la reciente crisis

El PLD, el gran derrotado en las elecciones, resume la historia del Japón moderno en el último medio siglo, desde el milagro económico que propició su recuperación tras la II Guerra Mundial hasta la reciente crisis.

El conservador Partido Liberal Demócrata (PLD) ha gobernado la segunda economía mundial durante 54 años casi sin interrupción hasta que ayer su candidato y primer ministro, Taro Aso, fue barrido por la oposición.

Es el fin de una era dominada por una fuerza confundida durante décadas con el Estado y criticada por sus clientelismos, política de subsidios, amiguismo, corruptelas y afilar de cuchillos, pero a la que no se puede negar un éxito sin parangón para un país industrializado.

El PLD (Jiminto en japonés) ganó sus primeros comicios en 1955, año de su fundación, dio estabilidad política y económica a un Japón destruido por su humillante derrota en la guerra, consiguió que se convirtiese en la segunda potencia mundial y hasta ayer no había perdido unas generales.

Sí se vio obligado a dejar el poder temporalmente a comienzos de los 90 cuando ganó los comicios en minoría. Entre 1993 y 1996, el jefe del Ejecutivo no perteneció al PLD, aunque sólo durante el primer año ese partido no estuvo en la coalición gubernamental.

El PLD llegó al Gobierno bajo el liderazgo de Ichiro Hatoyama, abuelo de Yukio Hatoyama, líder del Partido Democrático (PD) que ayer borró del mapa político a Aso, cuyo abuelo, Shigeru Yoshida, fue otro peso pesado de la política japonesa del siglo XX.

Los antecesores de Aso y Hatoyama, ambos ex primeros ministros, ya fueron fieros rivales en su época, los años del nacimiento del PLD.

Yoshida, defensor de una política proestadounidense, tuvo dos mandatos más longevos y a él se le achacan los cimientos de la milagrosa recuperación económica e industrial de un país destruido. Pero vio cómo, tras su primer mandato, fue batido por Hatoyama, quien después de un corto período en el Gobierno, se convirtió, en noviembre de 1955, en el primer jefe del Gobierno del Jiminto.

En total, hasta Aso ha habido 22 primeros ministros del PLD, dos de los cuales destacaron por su carisma y duración en el Gobierno: Yasuhiro Nakasone (1982-1987) y Junichiro Koizumi (2001-2006). Entre medias hubo también mandatarios con una fuerte influencia entre sus filas internas pese a que sus tiempos en el poder fueron más efímeros, como Ryutaro Hashimot, ya fallecido, y Yoshiro Mori. Ambos sucumbieron frente a la crisis económica, que se alargó una década, y frente a Koizumi, al que entregaron la batuta primero en la Presidencia del PLD (Hashimoto) y después en el Gobierno (Mori).

Junichiro Koizumi consiguió sacar al país de la recesión, logró las mayores cotas de apoyo a un primer ministro nipón (a veces del 90%) y se granjeó amigos y enemigos por igual. El mediático político de melena gris fue el último que ganó unas elecciones generales por goleada para el PLD, en 2005. Pero en esa victoria están en gran parte las raíces de la derrota de ayer: muchos alegan que sus políticas reformistas crearon desigualdad en un país acostumbrado a un tejido social y económico más uniforme y que el campo, feudo tradicional del PLD, se resintió de la crisis y les pasó factura.

En 2006 abandonó «motu propio» el Gobierno y designó heredero a Shinzo Abe, cuyo mandato apenas duró un año, lo mismo que sus sucesores Yasuo Fukuda y Taro Aso, incapaces de imponer su liderazgo en un partido de dinosaurios enfrentados entre sí.

En estos tres años el aparato del PLD ha impedido cualquier reforma, nueve ministros han dimitido por diversos escándalos y las denuncias de corrupción han sido frecuentes, sin que ninguno de sus sucesivos líderes haya podido poner orden en la jauría del partido.

Actualmente con 1,05 millones de militantes, el ideario del PLD defiende los principios de crear «una sociedad democrática y culta» dentro de un Estado del bienestar y con políticas económicas dirigidas a «fomentar la creatividad individual y la libertad empresarial». Patricia SOUZA

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