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Luis Ocampo Médico, máster en salud Pública

Algunas consideraciones sobre la gripe A H1N1 2009

Estamos sufriendo una pandemia de gripe, esto no es una novedad para la humanidad, han ocurrido anteriormente grandes pandemias de influenza o gripe, como se le denomina en el conjunto del Estado español. Están bien documentadas tres grandes pandemias en el siglo XX, la que ocurrió entre los años 1917 a 1919, la de los años 1957 a 1958 y la de 1968 a 1969. Todas esas pandemias de influenza tuvieron unas importantes tasas de ataque, es decir, afectaron a porcentajes amplísimos de la población, y su tasa de letalidad, relación entre fallecidos y fallecidas por la enfermedad y afectados y afectadas por ésta fue muy diferente. La tasa de letalidad de la llamada comúnmente gripe del 18 o española, fue altísima, con decenas de millones de muertos en todo el mundo; la de las pandemias de la década de los cincuenta y de los sesenta fue mucho más reducida, se calcula que la de 1957-1058 provocó de un millón a millón y medio de muertes, y la de 1968-1969 entre 750.000 y un millón de defunciones.

No se conoce exactamente el origen del virus de la pandemia actual, el AH1N1 2009, pero partiendo de la base de que la influenza es una antropozoonosis, es decir una enfermedad común a los animales y a las personas, transmisible entre especies, y que la especie porcina especialmente, aunque también la aviar, tiene capacidad mutante mayor que el virus de la influenza, es decir, tiene capacidad de producir nuevos virus en un proceso de mutación de los virus anteriores, no se deberían disociar las condiciones de la ganadería industrial e intensiva de brutal hacinamiento de las explotaciones, sin el menor respeto a lo que son las condiciones mínimas de habitabilidad para esas especies animales, de la aparición de los nuevos virus de influenza o de otros agentes patógenos infecciosos.

En cualquier caso, la pandemia de la gripe A H1N1 2009, como ocurre con otras enfermedades infecciosas emergentes, nos viene a recordar que éstas no están en absoluto vencidas o controladas. Muy por el contrario, el Siglo XXI se caracterizará entre otras cosas por la evidencia en diversos frentes de que los agentes patógenos con capacidad de producir enfermedades infecciosas a gran escala siguen ahí y que solo unos auténticos sistemas sanitarios públicos con una coordinación y capacidad de planificación a nivel mundial, que tengan entre sus objetivos precisamente la salud pública, podrán servir a la humanidad para enfrentarse eficazmente a esos problemas.

Las privatizaciones en general, y la privatización de los sistemas sanitarios en particular, son un franco aliado del incremento de las enfermedades, incluyendo las infecciosas, y de todas sus secuelas. Estamos en las primeras etapas de la pandemia de la influenza A H1N1 2009. Se inició en el sur de EEUU y México en marzo de 2009, su rápida expansión por todos los continentes supuso la declaración de la fase seis de la pandemia por parte de la OMS el 11 de junio, es decir sólo tres meses después de la aparición de los primeros casos. Ello indica que la capacidad de ataque del virus de la nueva influenza es muy alto, tal como por otra parte era previsible. Los cálculos iniciales que hacen los expertos de la OMS es que la pandemia puede afectar a entre un 25 y un 30% de la población total mundial.

En cualquier caso, la evolución de la gripe A H1N1 2009 durante estos meses que incluye la estación invernal en el hemisferio sur es de mucho interés para hacer hipótesis sobre su evolución en los próximos tiempos incluyendo el otoño-invierno en el hemisferio norte.

A nivel mundial el número de casos confirmados y registrados a 19 de agosto de 2009 es de 243.587 con un total de 2.349 defunciones, según la ECDC, agencia europea para las enfermedades infecciosas. Cuando se habla de casos confirmados, se refiere aquellos cuyo diagnóstico, además de criterios clínicos, incluye pruebas de laboratorio positivas. Si se utilizaran criterios exclusivamente clínicos, el número de afectados sería muchísimo mayor. Por poner un ejemplo, en el caso de Chile hay 12.104 casos confirmados con pruebas de laboratorio y 352.742 casos compatibles clínicamente con la gripe A H1N1. Si hiciéramos una extrapolación de estos datos a nivel global, nos encontraríamos con que varios millones de personas estarán en estos momentos afectadas por la gripe A.

La tasa de letalidad, indicador que tiene mayor utilidad, al menos inicialmente, para calcular la importancia de una pandemia, es importante: 2.349 defunciones de un total de 243.587 casos confirmados nos dan una tasa de letalidad de 0,96%, muy por encima de la tasa de letalidad de la gripe estacional, que está aproximadamente alrededor de un 0,1%. Es, de todas formas, muy destacable la diferencia de tasas de letalidad entre diferentes continentes y entre diferentes estados dentro de un mismo espacio regional. En los estados de la UE y de la EFTA (Europa Occidental), el número total de casos confirmados es de 40.156, con 63 defunciones. Es decir, hay una tasa de letalidad del 0,15%, muy similar a la de la gripe estacional. Pero si analizamos por separado diversos Estados europeos, nos encontramos con datos tan significativos como que en Alemania, con 12.830 casos confirmados, hay cero defunciones; y, sin embargo, en Gran Bretaña, especialmente a expensas de Inglaterra, con 12.903 casos confirmados, hay 44 defunciones.

Similar paralelismo podríamos establecer entre Portugal, que con 1.634 casos confirmados tiene cero defunciones, y el Estado español, que con 1.538 casos confirmados tiene 12 defunciones, es decir, una tasa de letalidad del 0,78%. Si a esto añadimos que el número de personas ingresadas en unidades de cuidados intensivos por complicaciones de la gripe A H1N1 2009 es de 77 en el Estado español y en Gran Bretaña solamente en los últimos días es de 55, con un total de 371 ingresos hospitalarios, parece en una primera lectura que la gravedad de la pandemia, partiendo de que los datos sean relativamente homologables, es mayor en Gran Bretaña y en el Estado español que en el resto de Europa Occidental. ¿Qué circunstancias pueden explicar esta cuestión? Habrá que investigarlo, pero no se puede descartar en absoluto que entre ellas esté la de los procesos privatizadores que afectaron y siguen afectando a los sistemas sanitarios en ambos estados. Aunque en ambos casos se parta históricamente de sistemas sanitarios públicos relativamente modélicos, o quizás precisamente por ello.

Es un dato significativo, como decíamos, cómo se esta comportando la pandemia en el hemisferio sur, invierno en esa zona territorial. La extensión de ésta es muy importante, así como su letalidad, aunque llaman también la atención las diferencias en principio no fácilmente explicables entre las tasas de letalidad entre países colindantes y no muy diferentes en sus características, como pueden ser los casos de Chile y Argentina. En Chile, con un total de 12.104 casos confirmados a 14 de agosto de 2009, había un total de 112 defunciones, es decir, la pandemia tiene una tasa de letalidad del 0,92%. En el caso de Argentina, con 6.768 casos confirmados hay un total de 404 defunciones lo que significa una tasa de letalidad del 5,96%.

El pico máximo de incidencia de la gripe estacional de la temporada pasada en el Estado español se dio en las últimas semanas de diciembre de 2008 y las primeras de enero de 2009. Aunque en esta temporada pueda sufrir algún adelanto, no parece probable que hasta finales de octubre o noviembre la pandemia inicie su pico máximo de incidencia. Visto lo visto hasta ahora, no hay que descartar, por decirlo de una manera simbólica, que el Estado español sea la Argentina de Europa en cuanto al comportamiento de la pandemia de gripe A. En cualquier caso, la forma de conjurar esa posibilidad es poner todos los medios para que ello no ocurra.

No parece ser que eso sea lo que está ocurriendo hasta ahora en este Estado de chirigota. Las cosas se están haciendo, como es habitual, según el criterio del interés «político y publicitario», en el peor sentido de estos términos. No existen unos protocolos claros de actuación para los profesionales del sistema sanitario, no hay una formación específica sobre la cuestión hacia ellos, no hay una planificación ante posibles situaciones de agravamiento de la pandemia. No hay criterios claros sobre a quién hay que vacunar, planteándose frecuentemente auténticas aberraciones desde portavoces institucionales o mediáticos. No hay una información adecuada al conjunto de la sociedad sobre el problema, etcétera.

La pandemia de la gripe A H1N1 no es seguramente el problema más grave que nos afecta, pero desgraciadamente y una vez más será un escenario en el que se visualizarán con nitidez las tremendas carencias del sistema político y administrativo vigente, así como la incapacidad y la torpeza de los que lo dirigen.

Nota: Todos los datos epidemiológicos corresponden al 19 de agosto de 2009.

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