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Análisis | Tras el Cónclave del PS en La Rochelle

La universidad pacífica de verano de la socialdemocracia francesa

 La primera secretaria se dota de una consulta para saldar cuentas con su ajustada elección y refuerza un discurso de oposición entre guiños hacia los Verdes y el MoDem

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Maite UBIRIA Periodista

El PS ha celebrado este pasado fin de semana su reunión más pacífica . «Pedimos perdón porque las cosas nos van bien» ironizaba Benoît Hamon, portavoz del partido al final de una reunión que aporta un soplo de tranquilidad a la jefa de filas socialista, Martine Aubry.

Los mecanismos de control han funcionado esta vez. Esa podría ser la conclusión principal de la reunión celebrada por los socialdemócratas franceses, el pasado fin de semana, en La Rochelle.

La jefa de filas de los socialistas no ocultaba su satisfacción por un ejercicio de autocontención que parecía, por lo demás, obligado tras las sonoras disputas que han venido protagonizando en los medios de comunicación portavoces de las distintas alas del partido.

¿Las aguas bajan realmente más tranquilas en el PS? La sensación que prevalece es la de una paz ciertamente precaria. Los problemas del primer partido de la oposición francesa datan de hace tiempo, pero se vieron acrecentados tras el congreso que catapultó al liderazgo del PS a Martine Aubry.

El PS se dotó entonces de una nueva dirección pero se demostró incapaz de adoptar una línea política. A falta de directrices claras para marcar la actuación del partido, ciertos tenores del PS se han desgañitado en polémicas públicas que han sido sentidas de forma claramente negativa por el electorado de centro-izquierda.

Un estímulo mayor: dos lizas electorales a la vista. Con dos escrutinios mayores a la vista, las regionales de 2010 y las presidenciales de 2012, pero sobre todo tras el retroceso del PS en los últimos comicios al Parlamento Europeo, en la sede de Solferino se ha optado por imprimir una dosis de cordura al debate partidario.

Buena parte de los analistas remarcaban tras el debate del fin de semana el éxito cosechado por Aubry en la tradicional cita de verano de los socialistas y, con sus más y sus menos, venían a reconocer que la dirigente de Lille controla hoy mejor el timón del partido y dispone al menos del esbozo de un plan de acción con el que tratar de dar batalla al sarkozysmo.

«Estoy satisfecha de esta universidad de verano, porque finalmente ha dado la imagen de lo que debe ser el Partido Socialista, un partido abierto a la izquierda, que mira a la sociedad pero también al mundo» afirmaba Aubry en su discurso de clausura del cónclave del PS.

Su «enemigo público número 1», Manuel Valls, diputado de Evry, enterraba al menos temporalmente el hacha de guerra y expresaba su «evidente disposición» a tomar parte en el proceso de selección del presidenciable socialdemócrata en el marco de las primarias del partido.

Valls se ceñía al discurso mayoritario en La Rochelle: la preparación del partido para afrontar en las mejores condiciones las próximas batallas electorales con la UMP.

El PS se juega mucho en las regionales que tendrán lugar la próxima primavera, y de perseverar en sus guerras internas puede despedirse de esa hegemonía de que dispone hoy por hoy en el mapa regional.

«Creo que ha llegado la hora de pasar la página del sarkozysmo y de que la izquierda represente de nuevo la esperanza de este país», sentenciaba Valls, para defender unas primarias que impliquen «a todos los electores, a toda la izquierda, en definitiva a todos los que estén dispuestos a gobernar juntos».

La llamada no ha despertado gran emoción en la llamada «izquierda plural» y en el seno del movimiento verde persisten las dudas sobre la nueva fe socialdemócrata tras el paso, un tanto accidentado, de su portavoz Cécile Duflot por la reunión de La Rochelle.

Visita de la ex candidata presidencial y consulta en octubre. Por su parte, la ex candidata presidencial, Ségolène Royal, hacia una visita más bien corta a la universidad del PS. Y, si embargo, dos mensajes principales de los desgranados por Aubry en su discurso conciernen y mucho al futuro político de Royal.

La primera secretaria del PS anunció un referéndum de renovación para el primero de octubre próximo. Esa consulta debería servir para disipar las dudas sobre su liderazgo, derivadas de esos 102 votos de ventaja que sacó a Royal en el congreso de diciembre de 2008.

Al mismo tiempo, Aubry anunciaba una medida si duda plausible pero cuya aplicación puede levantar ampollas en el partido, como es el fin de la acumulación de mandatos. Falta por saber cuál será la fórmula elegida por la dirección del PS para llevar a cabo una medida esencial para poner coto a una glotonería de poder que iguala a izquierda y derecha en el juego político hexagonal.

Sin ahondar en el debate, Royal optaba por fijar sus prioridades en Poitou-Charentes, elogiando su propia gestión en el consejo regional y saludaba al tiempo que «las mejores ideas avancen, aunque sea lentamente» en el seno de su partido.

Y es precisamente en la recta final hacia esa cita electoral de 2010 en la que el PS deberá demostrar su capacidad de aunar fuerzas. De momento, el alma del partido sigue dividida entre quienes siguen reclamando explorar las posibilidades de un pacto con el MoDem de François Bayrou y quienes escrutan los buenos resultados de Europe Ecologie para preconizar una alianza que tendría como base los tonos rosa y verde.

El acercamiento entre PS y los de Cohn-Bendit puede tener un primer escollo en la tasa sobre el carbono. La tramitación parlamentaria del nuevo impuesto promete calentar el debate en las filas del PS en el que suenan voces de abierta oposición ante una medida fiscal que malinterpreta la urgencia de la crisis medioambiental para castigar a las clases que pagan ya las consecuencias más duras de la crisis económica.

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