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Jesús Uzkudun Illarramendi Responsable de Salud Laboral de CCOO Euskadi

Ignorar el cáncer profesional: negocio para unos, fraude para todos

Es necesario continuar reforzando la cultura preventiva y para ello urge un cambio de actitud de los gestores políticos de Osakidetza. La visualización de las enfermedades laborales posibilitaría mayores recursos para la sanidad vasca y la mejora de la calidad preventiva en las empresas

Según datos de la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo, el contacto con sustancias peligrosas es la causa de la muerte de 95.581 trabajadores y trabajadoras en Europa. En Alemania, por ejemplo, se reconoce el origen profesional del 13% de los cánceres, la propia OIT asegura que el 9,6% de todas las muertes por esta dolencia son atribuibles a cancerígenos laborales. Mientras tanto, aquí en Euskadi, los gestores de Osakidetza ignoran o silencian esos cánceres, pese a ser los causantes de 10 veces más muertes que los accidentes de trabajo o la gripe A.

Es indiscutible que hay muchísimos trabajadores y trabajadoras expuestos a sustancias cancerígenas en el ámbito laboral (sílice, polvo de madera, hidrocarburos aromáticos, formaldehído, cromo, humos de soldadura, níquel...) y que la prevención y la vigilancia específica de la salud frente a ellas continúa siendo una asignatura pendiente. ¿Para qué asumir costes de prevención frente a las sustancias cancerígenas en las empresas, si Osakidetza, Sanidad y otras instituciones ignoran el problema siendo los cánceres reconocidos un número insignificante? Y no sólo eso, sino que las instituciones sanitarias incumplen descaradamente la función que les asigna el Decreto de Enfermedades Profesionales o su propia Instrucción nº 1 de 2007, en relación a la comunicación de sospecha del origen laboral de las enfermedades tratadas en Osakidetza.

Estudios realizados por el Instituto de Salud Carlos III sitúan a Euskadi entre las comunidades con mayor riesgo de morir por cáncer de pulmón, boca y laringe, con un riesgo tres veces superior al existente en comunidades del centro peninsular, e indican que un 12% de los cánceres puede deberse a exposición laboral. Asimismo, otras investigaciones realizadas por profesionales de la Sanidad vasca recogen cifras de cáncer en trabajadores siderúrgicos muy superiores a las de otros sectores. Sin duda, el tabaquismo es una de las principales causas de cáncer, ¿pero hasta cuándo va a ser la excusa para eludir abordar la prevención frente a humos, vapores o partículas, tan o más perniciosas que el tabaco, a los que están expuestos los trabajadores? No sabemos cuándo van a incluir los profesionales sanitarios en sus consultas la pregunta: «¿dónde y con qué trabaja usted?» sin reducirse al rutinario «¿cuánto fuma o cuánto alcohol consume?».

Comienzan a sonar voces gubernamentales planteando la austeridad presupuestaria en Euskadi. Y, sin embargo, no se tienen en cuenta los costes hospitalarios y sanitarios que están siendo asumidos por Osakidetza, al ignorar el origen profesional de estas enfermedades tratadas; costes que no son trasladados a las mutuas y que después, gracias a la acción sindical, son reconocidos. Resulta sospechosa esta actitud que ayuda a las empresas a eludir costes en prevención, asumiendo lo que les corresponden a las mutuas, como aseguradoras de las empresas. Con esta práctica, la sanidad pública pierde recursos, posibilitando el superávit de las cotizaciones por Accidente de Trabajo y Enfermedad Profesional, sobre las que la CEOE reclama un rebaje. Un negocio redondo para unos pocos.

Gracias a la acción perseverante que CCOO Euskadi viene desarrollando, ha habido un avance indiscutible en la visualización del mesotelioma o cáncer de pleura, derivado de la inhalación de fibras de amianto, incluido en empresas que jamás declararon ni evaluaron el riesgo de su uso. El amianto, aparte de por mesiotelioma, también mata por cáncer gastrointestinal, de pulmón o de laringe. ¿Para cuándo la declaración de éstas o las producidas por otras sustancias cancerígenas de amplio uso laboral como enfermedades? Resultan increíbles argumentos como: La empresa cumple con los «valores límite» o la exposición es «aceptable» de hidrocarburos aromáticos policíclicos, cuando ni se han realizados mediciones y el único nivel de exposición aceptable es cero.

Hemos logrado reducir el número de accidentes de trabajo, entre otras razones, por la destrucción de empleo en sectores de riesgo. Pero es necesario continuar reforzando la cultura preventiva y para ello urge un cambio de actitud de los gestores políticos de Osakidetza. La visualización de las enfermedades laborales posibilitaría mayores recursos para la sanidad vasca y la mejora de la calidad preventiva en las empresas. Esto exige un compromiso decidido de los profesionales sanitarios y de los delegados y delegadas sindicales en las empresas. El cambio que promete el Gobierno Vasco tendrá escasa credibilidad sin un mayor compromiso en este campo, porque está en juego la prevención y los recursos de Osakidetza. CCOO seguirá, más aún si cabe, reforzando su actividad por hacer visibles estas enfermedades y especialmente el cáncer profesional para incrementar las cifras de reconocimiento. Siempre sin descartar la movilización contra las políticas de ocultación, pues ignorar el origen de estas enfermedades es un fraude a la prevención y la salud de los trabajadores y trabajadoras, social, humana y económicamente inaceptable.

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