La comedia se pone seria
«Hazme reír»
El guionista y productor de comedias Judd Apatow encara su tercer largometraje como director, en el que trata de consolidar la madurez del género, con la dificultad que ello entraña dentro de la industria de Hollywood orientada al público juvenil. «Hazme reír» es un homenaje al oficio de humorista, en especial a los monologuistas y cuentachistes.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
La respuesta ante el tercer largometraje de Judd Apatow como director está siendo desigual, porque no todo el mundo ha encajado de buena gana su ambiciosa propuesta, consistente básicamente en convertir la comedia en algo serio. Los más puristas dicen que una comedia no puede durar dos horas y media, pero es lo que dura «Hazme reír», que supera a su anterior «Lío embarazoso», que ya fue considerada por muchos demasiado larga.
Es posible que los que así opinan hubieran preferido para siempre al Apatow de su ópera prima «Virgen a los 40», que se parece más al productor y guionista que interviene en un sinfín de proyectos reconocibles a primera vista por los repartos marcas de la casa. A eso se le ha dado en llamar la factoría Apatow, distinguible a su vez por un tipo de humor generacional, dedicado a abordar el difícil tránsito de la edad joven a la madura mediante el intento de superación del socialmente extendido complejo de Peter Pan.
Da la sensación de que el Apatow autor, el que dirige y produce sus propios guiones y no se los vende a otros, ha alcanzado la madurez, pero tal vez no así el público y la crítica que comenzaron la misma andadura juntos. Existe una contradicción en cuantos proclaman que se aburren con Apatow, que no se ríen con sus comedias, dado que son los mismos que venían acusando a la comedia norteamericana de inmadurez. Pues, les guste o no, lo cierto es que quien ha hecho madurar la comedia de Hollywood es el señor Apatow, y lo ha hecho desde dentro.
Ha sido a fuerza de coger esos risibles personajes irresponsables y colocarles frente a compromisos en la vida que les obligan a tomar decisiones. Supongo que no le acusarán también de jugar a ser un diosecillo que decide sobre el destino de sus criaturas de ficción, porque eso es algo común a todos los autores cinematográficos. En «Hazme reír» se observa dicha evolución, aunque los cambios son lentos y ellos siguen siendo unos machistas sin remedio. Apatow puede parecer Dios, pero no lo es, y la misoginia es algo consustancial al humor norteamericano que él no puede voltear de la noche a la mañana como si tal cosa. Los chistes que dependen de la genitalidad siguen ahí, y es que ésta es una película sobre el club de la comedia, donde uno de cada tres chistes se refieren a los atributos masculinos o los nombran directamente.
Los conocedores del universo Apatow dicen que «Hazme reír» es su obra más autobiográfica, aunque él lo desmiente una y otra vez. Yo le creo a él, por entender que se ha inspirado más en todo lo que lleva experimentado en su oficio, al que ha dedicado la mayor parte de los 42 años vividos. El guión es el que lo termina de transformar todo y, apurando mucho, se podrían reconocer elementos de su personalidad en cada uno de los personajes que integran el reparto coral. La cosa se complica por la tendencia innata que el cineasta tiene a la hora de establecer constantes paralelismos entre la vida real y la ficción.
Judd Apatow emplea como actriz principal a su propia mujer, algo que no pasa desapercibido al espectador, pero es que en «Hazme reír» presenta a Leslie Mann como madre de dos niñas, que resultan ser Maude Apatow e Iris Apatow, nacidas del matrimonio entre ambos. Luego está Seth Rogen, su actor fijo, que es clavadito a él cuando era joven, y que en «Hazme reír» establece una relación con el cómico triunfador interpretado por Adam Sandler, con lo que se puede pensar en una extensión de Rogen-Apatow, a su vez trasladable a un diálogo interior entre el Apatow actual y el de los inicios.
El embrollo se ha disparado a raíz de unas declaraciones con motivo de las presentaciones a la prensa de «Hazme reír», en las que Adam Sandler y Leslie Mann reconocían públicamente que se habían conocido antes de que la actriz se emparejara con el que ahora es su marido. Conocerle a uno y a otro fue muy seguido, sin tiempo material para que Leslie Mann aceptara las proposiciones de Sandler. Por eso mismo hay que ser muy retorcido para escribir en el guión que el personaje de Sandler y el de la mujer de Apatow se acuestan juntos, y encima cuando ella ya está casada con otro, nada menos que interpretado por el atractivo Eric Bana. Esta situación rocambolesca se da en la segunda parte de la película, que es la que ha sido más criticada por quienes están convencidos de que sobra. Desde luego algo de sospechoso hay en que le dedique tanto tiempo, pues hasta parece fruto de una neura o fijación mental.
La profesión del humorista
Dejando a un lado las elucubraciones en torno a Apatow y sus manías personales, perceptibles en los personajes que crea, toca centrarse en el meollo de «Hazme reír». Esta comedia seria quiere ser una reflexión sobre la profesión del humorista, entendida en su modalidad actual de monologuista, que es la que transciende a través de los medios. El protagónico Adam Sandler encarna a los cómicos de su generación, aquellos que empezaron contando chistes en bares y pequeños locales y, tras llegar a la televisión, se consagraron adquiriendo el estatus de actor y pudiendo ya escoger papeles dramáticos. Judd Apatow quiere invertir el proceso y hace que el triunfador regrese a los escenarios de sus comienzos, con el pretexto argumental de una grave enfermedad que le es diagnosticada y que le sume en una crisis personal. Esta experiencia tal cual, la vivió de cerca Apatow cuando escribía para el programa televisivo «El show de Larry Sanders», donde el entonces cotizado humorista Garry Shandling entró en una profunda depresión que le llevó a dejarlo todo, retirarse y abrazar la filosofía zen.
Apatow ha inventado una filmografía virtual en internet para los protagonistas de su película, y así ha colgado en la red trailers de los largometrajes que se supone han rodado o programas pilotos de las series televisivas en las que intervienen. Para dar mayor credibilidad al asunto, están los cameos de otros famosos de la comedia que se interpretan a sí mismos, como Owen Wilson o Junstin Long. Pero de la aparición de la que más se ha hablado es la de Eminem, quien debe apechugar con su condición de personaje público, al que todo el mundo parece tener derecho a increpar. No es de extrañar que fuera objeto de las bromas en directo de Sacha Baron Cohen.
Para que los actores estuvieran preparados para rodar escenas en clubes de comedia con espectadores, Apatow les pidió que probaran los chistes frente a un público real. Quería que durante el rodaje, el público del club reaccionara de forma espontánea.
Para componer la banda sonora, el director recurrió a Michael Andrews, con el que lleva trabajando muchos años, y al actor y músico Jason Schwartzman, que nunca había compuesto para una película. Otro colaborador fue el supervisor musical Jonathan Karp.