El retratista de las maras
A.E.
Alain Mingan, antiguo fotoperiodista y amigo de Christian Poveda, apuntaba ayer que «quiso mostrar que todavía queda un resto de humanidad en un mundo de violencia (el de las maras salvadoreñas) y él mismo ha pagado un precio por ello». Las declaraciones las hacían Mingan en el festival Visa pour l'Image. El mayor encuentro de fotoperiodismo de Europa, que se celebra estos días en Perpinyà, se levantaba conmocionado por la muerte del fotoperiodista y cineasta francés, no en vano era uno de los nombres más prestigiosos del sector y uno de los mejores retratistas de la realidad latinoamericana.
El cadáver de Christian Poveda, que presentaba varios impactos de bala, fue hallado el miércoles junto a la carretera y a algunos metros de su vehículo todoterreno en el norte de San Salvador, concretamente en el pequeño poblado de El Rosario, próximo a la localidad de Tonacatepeque, en el departamento de San Salvador. «Él falleció a partir de impactos de bala que fueron ejecutados por individuos en el lugar», declaró el titular de Seguridad y Justicia Manuel Melgar a los reporteros, sin precisar móviles o posibles autores que, según dijo, ahora son materia de investigación. Según fuentes policiales, Poveda estaba rodando en la barriada de La Campanera, controlada por las maras, aunque tampoco se descartaba que hubiera sido objeto de un robo.
Christian Poveda conocía bien el país. Fue corresponsal de prensa en El Salvador durante la guerra civil (1980-1992), y se instaló allí en 2003 junto con su compañera salvadoreña. El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, un antiguo periodista que le conocía personalmente, se mostró ayer «consternado» por su asesinato.
«La vida loca»
En 2008, Christian Poveda acudió al Festival Internacional de Cine de Donostia, donde presentó en la sección Horizontes Latinos su último trabajo, «La vida loca» (2008). Un documental que, tras su proyección el 13 de este mes en el festival Visa pour l'Image, está previsto que llegue a las pantallas del Hexágono el día 30.
«La Vida Loca» surgió a partir de un reportaje fotográfico de 130 retratos de miembros de una mara salvadoreña, realizado por Poveda en 2004. Reconocibles por sus profusos tatuajes, los maras (abreviatura de «marabunta») son parte de un fenómeno surgido en los 80 en los barrios latinos de Los Ángeles y que, actualmente, agrupa a adolescentes de los barrios más pobres de las capitales de Honduras (se cree que hay 35.000), Guatemala (15.000) y El Salvador (otros tantos, según datos de Poveda). La experiencia del reportaje condujo al cineasta a introducirse en ese mundo, gracias a antiguos pandilleros que trabajaban en la rehabilitación de sus antiguos compañeros de armas. Convivió durante más de un año con los componentes de La 18 -una de las dos maras enfrentadas en una guerra sin tregua; la otra es la Mara Salvatrucha- en el barrio de La Campanera, en las afueras de San Salvador.
En 2004, cuando se empezó a rodar, se contabilizaban seis homicidios diarios a causa de las maras y en 2008 ya llevaba a diez. «Quince años después de una guerra revolucionaria, una nueva guerra civil, igual de terrible, enfrenta actualmente a los pobres con los pobres», explicaba el cineasta. Las maras se han convertido en un problema social El 70% de sus miembros son huérfanos o abandonados y ahí se convierten en «una especie de monstruos sin siquiera 20 años, capaces de matar, sin remordimientos»; una legión de excluídos: «medio niños de la calle, medio niños soldado». Una real sociedad de adolescentes, organizada como las bandas de niños de la Edad Media europea». Su filosofía: «Mata por vivir, vive para matar».
Durante el rodaje murieron siete de los jóvenes integrantes de la Mara 18. El documental muestra a Little Scrappy, de 17 años, tiroteado durante una persecución policial; a El Bodoque, de 21, muerto a manos de sicarios de una banda rival poco después de acabar el rodaje o a La Wizard, de 27 años, madre de cuatro hijos, encarcelada en varias ocasiones -una de ellas por homicidio- y que busca una prótesis que disimule la pérdida de su ojo derecho en un tiroteo. Y que también murió durante el rodaje. Toda una serie de personajes que se entrecruzan, para dibujar un paisaje desolador de la realidad de estos pandilleros.
Datos: Fotoperiodista y cineasta francés, de 54 años, hijo de refugiados de la Guerra del 36 instalados en París. Apareció muerto a balazos el miércoles en El Rosario (El Salvador). > Trayectoria: Trabajos fotográficos para medios como «Le Monde», «Paris-Match», «Stern» o «New York Times». Cubrió la guerra de El Salvador y rodó el documental «Revolución o Muerte» (1981). Por un encargo de «París-Match», en 2004 se adentró en el mundo de las maras y, además de un reportaje, rodó «La vida loca» (2008).