«Rentreé» cargada de deberes tras un verano de sequía y de maniobras de distracción
El inicio del curso escolar ha marcado el fin del cada vez más largo y profundo paréntesis estival y dará paso en unos días a la rentreé política en Euskal Herria. Con setiembre se pasa página a un periodo estival marcado, también en este país, por la parálisis cada vez más acentuada de la actividad social y el declive absoluto de la acción política. Los medios esperan ávidos a disponer de noticias de peso y no de serpientes veraniegas, porque todos los expedientes siguen abiertos, y todos sus afectados, a la espera.
Entre ellos destacan los 157.709 parados censados ya en el sur de Euskal Herria. La burbuja veraniega -marcada por la desconexión y el consumismo- ha hecho aún más vergonzante la existencia de un sector social que no deja de crecer: la de los paganos de una crisis económica de la que son inocentes. Los primeros días de setiembre han traído dos golpes de atención. Primero, el del número de ciudadanos afectados por Expedientes de Regulación de Empleo, que supera ya las cifras de la anterior gran recesión de 1994 y define a esta época como una auténtica y dramática «era del ERE». Un día después trascendía que en un sólo año el número de desempleados vascos ha aumentado casi un 50%: son 51.341 personas más, 51.341 familias más, privadas de un derecho definido como básico. El volumen de vascos parados se acerca ya al de la población de urbes como Donostia, Iruñea o Gasteiz, y no deja de crecer.
Frente a esta realidad, no sirve alegar que la crisis es un fenómeno global que provoca por ejemplo que en Estados Unidos haya hoy 7,5 millones más de desempleados que al inicio del crack. Y tampoco sirve, a la vista está, el lento goteo de parches puestos por las instituciones, siempre a remolque de los demoledores datos y con más carga propagandística que práctica.
Setiembre llega cargado de deberes en este terreno para los políticos vascos, pero también para la masa social crítica vasca, innegablemente más fuerte y organizada que en lugares del entorno como demostró la huelga general de abril. A ella le corresponde seguir presio- nando para forzar cambios de fondo, porque la situación actual no es producto de un error del sistema; el sistema en sí es el error.
El conflicto político, intacto
Si el de 2009 ha sido un verano de sequía a la hora de poner soluciones a la crisis económica, otro tanto cabe decir de la crisis política que afecta a Euskal Herria de modo perenne, como nación privada de reconocimiento y de derecho a decidir y, en consecuencia, envuelta en un conflicto político -y armado- abierto en canal. Era evidente que la prioridad del nuevo Gobierno de Lakua, hermano de sangre del español y socio político del navarro, sería enfriar el debate al respecto. Así, muchos lectores de GARA se sorprenderían el martes al recordar en estas páginas que apenas ha pasado un año desde que discusiones como la de la consulta acaparaban la primera plana informativa. Mientras en Escocia el proyecto de referéndum vuelve a estar en candelero sin que en Londres se escuchen ruidos de sables, mientras en Kurdistán se perfilan propuestas de solución y Ankara se posiciona, mientras la Administración Obama afirma tener nuevas recetas más políticas para Irán, Palestina o Cuba y negocia una liberación con Corea del Norte, Madrid sigue renunciando a mirar a Euskal Herria como otra cosa que no sea un campo de batalla.
Cada semana ha traído una nueva vuelta de tuerca, con iniciativas represivas a medio camino entre el ridículo y el escándalo, entre la mera propaganda y el fascismo declarado. Estos siete días no han sido una excepción. Al primer capítulo pertenecen noticias como la prohibición judicial de un torneo de futbito y un campeonato de mus. Al segundo, la detención de una vecina de Lizartza de 61 años encarcelada por reivindicar democracia en su pueblo. Son relatos ficticios de la realidad frustrantes informativamente, que quizás sean ja- leados por una opinión pública tan maleada como la española, pero que sólo provocan estupor y hartazgo en Euskal Herria. ¿Alguien cree de verdad que Regina Otaola pasará a la historia como una heroína democrática y Kontsuelo Agirrebarrena como una terrorista? ¿Alguien en el Estado español cree de verdad que la solución en Euskal Herria pasa por imponer alcaldías con 27 votos y por encarcelar a los vecinos que lo denuncian?
Sueños de una noche de verano
Finalizado este verano monopolizado informativamente por la «guerra de las fotos» -como en su día por la «guerra de las banderas»-, el PSOE se encuentra con que nada ha cambiado. Su ofensiva ha copado millones de páginas de periódico y miles de horas de televisión, ha atareado a muchos jueces y fiscales, ha ocupado a miles de policías de todos los colores. Nada más. Si ésta era una ofensiva final, fue sólo el sueño de una noche de verano del PSOE. Hoy no hay un solo abertzale menos que hace unos meses. El apoyo a los presos no ha mermado. Los independentistas siguen en la calle pese a los porrazos y las acusaciones de «enaltecimiento». El acuerdo político sigue pendiente. Y ETA continúa actuando.
La hora de las infumables serpientes veraniegas ha pasado. Empieza el curso con todas las asignaturas pendientes, con las mochilas cargadas de deberes y con el deseo de acciones que sí deparen noticias de calado.