El consejo de administración del consorcio automovilístico estadounidense General Motors ha dado luz verde a la venta de Opel al fabricante de componentes austríaco-canadiense Magna. La trascendencia de la decisión, que se ha hecho esperar varios meses, queda reflejada por el hecho de que fuera la canciller alemana, Angela Merkel, la primera en confirmar públicamente una noticia que afecta de forma directa e indirecta a decenas de miles de trabajadores europeos.

En una intervención preparada expresamente por este motivo, Merkel explicó que GM ha asumido «la línea planteada por el gobierno» de Berlín, y celebró el acuerdo, que, según dijo, posibilitará un nuevo comienzo para el fabricante alemán.

Merkel subrayó, en este sentido, que la decisión de GM «se ajusta a las propuestas financieras deseadas por el gobierno y los Länder alemanes» y, sin dejar escapar la ocasión de hacerse valer a escasas fechas de las elecciones, sostuvo que «ha quedado demostrado que la paciencia y perseverancia del Gobierno han merecido la pena».

Se queda con el 35%

Poco después de la intervención de Merkel, el consejo de administración de GM explicó que ha decidido recomendar la venta del 55% de Opel a Magna -que está respaldada por el banco ruso Sberbank- y de mantener el 35% de las acciones. Según este esquema, los trabajadores tendrían el 10% del capital restante, tal como contemplaba la oferta inicial de Magna.

En un comunicado difundido por la central de General Motors Europe, se destaca, en cualquier caso, que todavía será necesario resolver algunos puntos «importantes», como una «confirmación por escrito de la representación laboral en la que se compromete a apoyar los necesarios ajustes de costes».

Opel/Vauxhall y GM continuarán compartiendo el desarrollo y la aplicación de tecnologías, un punto esencial para la casa matriz, ya que las innovaciones tecnológicas salen, sobre todo, de la filial europea. «La cooperación en esta red global de desarrollo tecnológico y ventas de GM permitirá a Opel/Vauxhall y otras marcas una economía de escala», explicó GM, citando como ejemplo el desarrollo del coche eléctrico Ampera, que «sólo podrá llevarse al mercado uniendo fuerzas».

El negociador de GM, John Smith, confirmó por su parte los planes de Magna de mantener todas las plantas alemanas e intentar hacer lo mismo con las demás fábricas europeas.