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Fede DE LOS RÍOS

Rodolfo Ares, experto en Teoría de Catástrofes

Hay quien piensa que todo es fruto de la política de un «bobotxorra» resentido, más soso que una acelga, al mando de unos individuos acomplejados que toman las porras como prolongación de sus penes

Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York». El consejero de Interior que sufren los vascongados ha resultado un hombre adusto y malencarado. Sus explicaciones de los sucesos en Gernika resultaron falaces como corresponde a todo responsable de interior que se precie. Nada extraño. Pero las explicaciones de lo acontecido en Lekeitio durante su comparecencia son un puro estrambote. El soneto, el de siempre, la proporcionada intervención policial. El estrambote: las causas aducidas que generaron los disturbios. No fueron la actuación violenta de unos protohomínidos de uniforme sus causantes, Dios nos libre de pensarlo siquiera. Fue una mezcla de acontecimientos que la cruel fortuna hizo coincidir. Todos sabemos lo que el caprichoso Azar es capaz de hacer con los frágiles designios humanos.

Rodolfo narró los acontecimientos y, sin mover una ceja, afirmó que el desencadenante de los disturbios fue «la violencia machista y otros delitos contra la seguridad del tráfico». De todos son conocidas las grandes convicciones feministas de nuestros siempre incomprendidos cuerpos de seguridad del Estado, formados, un día sí y otro también en asuntos concernientes a la superación positiva del binomio sexo/género.

Al acompañar a la mujer agredida a presentar un atestado, el coche de los miembros de la patrulla policial sufrió el ataque de un individuo en claro estado de embriaguez, -un tanto suicida añadiría yo-, que se lanzó contra el coche patrulla. Ahí enmarco lo que, supongo, fue la inseguridad del tráfico. En ese momento, jóvenes con sus facultades alteradas por el alcohol, entre los que se encontraban sin duda, a juicio de Rodolfo, gentes del entorno radical, la emprendieron con los benéficos agentes del orden. Y entonces pasó lo que tenía que pasar, Lekeitio entera se tornó en catástrofe huracanada

Obsérvese el azaroso encadenamiento de los hechos necesarios descritos. Una unión, al alimón, del efecto dominó y el efecto mariposa en todo su esplendor. Claro que el gallego es hijo de carpintero, como aquél Jesús que hacía milagros y como Pinocho, al que le crecía la nariz. Rodolfo Ares. Sin máster ni doctorado, ha pasado de maestro industrial a maestro en Teoría de las catástrofes falsando la, hasta ahora tenida por cierta, teoría empírica de «mucha policía, poca diversión» demos- trativa de que donde no aparecen los de la porra no se generan conflictos y allí donde imponen su presencia y hacen gala de sus provocaciones, allí se arma.

Según sus palabras todo fue una «desgraciada combinación de consumo desmedido de alcohol y la acción de alborotadores, fanáticos y ladrones», «una mezcla de `katxiborroka' y `manguiborroka'». Por el contrario, hay quien piensa que todo es fruto de la política de un «bobotxorra» resentido, más soso que una acelga, al mando de unos individuos acomplejados que toman las porras como prolongación de sus penes y cuya agresividad es inversamente proporcional a su capacidad intelectiva. ¿Ustedes qué creen?

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