CRÓNICA I Fira Tárrega
Como una ola llevó Espejo Negro al público hasta las sirenas de Sol Picó
Cuando sobre Tàrrega descargó una fulgurante tormenta, la ciudad necesitaba alguna asistencia para poder absorber a los miles de visitantes que se acumulan creando aglomeraciones puntuales de difícil solución.
Carlos GIL I
El feriante se marca unos objetivos, reserva unas entradas y es metafísicamente imposible cumplir con esa buena voluntad. Hay días que se acerca mucho, en otros las recomendaciones van creando un nuevo cuaderno de bitácora. Nosotros nos reconciliamos con los andares de los cerditos ibéricos de pata negra cuando son chacinería fina convertidos en jamón de Jabugo acompañado con rebujito. Una manera de preparación espiritual para poder resistir a la intemperie o en el calo acumulado de las salas. El viaje, las maletas como simbolismo del mismo, el camino, la búsqueda, forman parte de la inspiración de muchas propuestas teatrales. Es un tema recurrente que encuentra expresiones de muy diferente enjundia. Las tres inglesas de «Mimbre» dan una muestra del uso acrobático de nociones de danza, y en «Until Now» las maletas encierran mundos fantásticos, un microcosmo llevo de una paleta cromática creadora de zonas de esperanza e ilusión. Quizás su estructura coreográfica pesa en ocasiones más que la libertad de acción.
Lo contrario que sucede en «Sirena a la plancha» de Sol Picó, un espectáculo de gran formato, con elementos mecanizados móviles grandiosos y espectaculares, con una decena de bailarines y bailarinas que juegan no solamente cumpliendo sus labores coreográficas, sino con espacio para la improvisación, que dentro de una coreografía muy depurada, cuenta con una dramaturgia de objetos y músicas unas historias en donde además de surca las líneas marcadas por la dirección la ejecución individual le dota de los detalles, complementos y las matizaciones que le confieren un valor más asimilables. Buena banda musical, canciones interpretadas en directo, una iluminación que pese ser al aire libre y en espacios muy abiertos, juega un papel importante para que los miles de espectadores disfrutaran de uno de los trabajos más importantes, por su grandilocuencia y su calidad de esta Fira.
Previamente habíamos disfrutado, gozado, reído, llorado, emocionado con el descaro de los andaluces de «Espejo Negro», que ofrecían una nueva creación: «Es.Puto Cabaret» una delirante visión de cabaret realizado a base de títeres de diferentes formatos, en donde estaca la inmediatez, los trazos gruesos, incluso muy gruesos, groseros e irreverentes, el desparpajo de los personajes, el tratar asuntos del mundo de las variedades con una frescura neva y siempre al borde de la provocación que no vive de la nostalgia de la reconstrucción de los cafés cantantes más tronados, sino del cabaret más politizado, aunque expresado en los tonos reconocibles del teatro popular más chabacano, a veces rozando con el populismo, pero con una extraña poética del desgarro que sobrecoge en algunos pasajes. Un trabajo de gran carga de profundidad, pero que hace disfrutar a todo tipo de públicos.
Las músicas arropan durante muchas horas y crean una pulsión ambiental que lleva a los asistentes en volandas, tanto en explosiones de tambores, como en bandas más convencionales o los cantautores más inverosímiles que esperan en cualquier recoveco. Así que hay espectáculos que podemos ver de refilón, «Danomai» y su «1,2,3 pomes..» circo con diferentes especialidades en formato estándar, o volvernos a deleitar con la buena caligrafía de la balear «Mariantònia Oliver» y su «Petita Lula», y otros que vemos unos segundos y aquellos que por circunstancias no hemos podido presenciar pese a las recomendaciones y la reserva, pongamos que hablo de «Titzina» y su celebrado «Exitus». Queda dicho.