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ANÁLISIS I Las claves del nuevo curso político (II)

El PNV aprovecha la crisis para tomarse un respiro y algo más

La crisis está sirviendo al PNV como burladero por el que escapar del necesario debate sobre la estrategia que le ha llevado a que le roben Ajuria Enea y la que debe adoptar en el futuro. Esta falta de debate puede estar siendo aprovechada para volver, por la vía económica, a alianzas y estrategias del pasado.

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Iñaki IRIONDO, Ramón SOLA, Iñaki ALTUNA I

El curso que comienza tiene una ventaja para el PNV: es muy difícil que sea peor que el anterior. Un somero repaso sirve para calibrar la dimensión del annus horribilis de los jeltzales. Recordemos. La «vuelta al cole» comenzó con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, anunciando una marea de denuncias contra el Estado español ante el Tribunal de Estrasburgo si se prohibía la consulta. Pero llegó la prohibición, e Ibarretxe y el PNV la aceptaron sin más, después de que desde Sabin Etxea hubieran frenado la iniciativa del lehendakari. Una vez más, como con el nuevo Estatuto, las expectativas de decenas de miles de abertzales de la propia base jelkide se veían defraudadas. Lo explicaba estos días un conocido periodista, convertido ahora en icono radiofónico peneuvista: «No quiero que nadie me lleve al muro si no está dispuesto a saltarlo. Para eso prefiero los avances sin arreones y frenazos bruscos».

Después de que se hubiera querido vender la idea de que con la renovación pactada del EBB se habían acabado las desavenencias internas en el PNV, un libro de entrevistas publicado en plena campaña electoral demostraba que la relación entre el lehendakari e Iñigo Urkullu era lo más parecido a una pareja de conveniencia que si no se divorcia es porque la declaración de la renta les sale más beneficiosa haciéndola conjunta.

Pese a todo, Ibarretxe volvió a ser el candidato del PNV y el más votado con diferencia en las elecciones del 1 de marzo. Sin embargo, el reparto de escaños trampeado por el Estado eliminando a la izquierda abertzale posibilitó que los jeltzales fueran expulsados de Ajuria Enea, lo que les dejó fuera del gobierno autonómico por primera vez.

Y para cerrar el curso, Juan José Ibarretxe anunciaba su abandono de la política activa. Si bien es cierto que, aunque se hubiera quedado en el Parlamento, era evidente que el PNV debía buscarle un relevo para las próximas autonómicas, su marcha dejó un vacío que salta a la vista y que hace que desde ahora la mayoría de las entrevistas a dirigentes jeltzales acaben con preguntas sobre el próximo candidato a lehendakari.

Toda esta sucesión de reveses hubieran debido tener como consecuencia lógica un profundo debate interno en el conjunto del partido sobre la estrategia que había llevado a esta situación, así como sobre la que debería ponerse en marcha para darle la vuelta. Pero la grave crisis económica y laboral que padece el país ha tenido el efecto colateral de permitir al PNV soslayar este debate. El discurso oficial jeltzale se centra estos meses en la economía y la gestión institucional, mientras las críticas políticas hacia el nuevo gobierno de Lakua, o a los de Madrid e Iruñea, se limitan a cuestiones puntuales. En la Comunidad Autónoma Vasca se ha producido lo más parecido a un golpe institucional y, preso de su pasado, el PNV no puede siquiera levantar la voz.

La consigna -nunca verbalizada pero practicada- de que ahora hay que dejarse de «politiquerías» y arrimar el hombro porque la economía se hunde está sirviendo al PNV para aplazar el debate sobre hacia dónde y cómo quiere ir, a la espera, quizá, de que el tiempo o lo inexorable de los acontecimientos acabe por solventarlo.

Porque mientras se evita incidir en la cuestión nacional, los pasos en lo económico van hacia la búsqueda de la reconstrucción de puentes con el PSOE. Y eso no deja de ser un movimiento político. En este momento no se puede olvidar que hace un año, mientras Juan José Ibarretxe e Idoia Zenarrutzabeitia hablaban de denunciar al Reino de España ante Europa por vulnerar derechos de la ciudadanía vasca, Iñigo Urkullu y Josu Erkoreka se convertían en la tabla de salvación de José Luis Rodríguez Zapatero para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. No hubo consulta pero sí una transferencia de I+D+i o, mejor dicho, un ajuste presupuestario de 86,8 millones de euros que ahora, por cierto, el PNV dice que no sabe dónde están.

El primer movimiento del PNV cuando vio los resultados electorales fue ofrecer un gobierno de coalición o un pacto de legislatura al PSE. Cuando esto no coló, porque Patxi López tenía asegurada la entrada en Ajuria Enea de la mano del PP, el siguiente paso del EBB fue pedir un acuerdo de estabilidad presupuestaria e institucional al PSE. En principio se circunscribió al Gobierno de Lakua y las diputaciones, pero pronto se extendió también a Madrid, como el pasado miércoles volvió a subrayar Josu Erkoreka ante José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados.

El PNV tiene motivos para intentar buscar acuerdos presupuestarios, puesto que carece de mayorías suficientes en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa para sacar adelante las cuentas de las respectivas diputaciones. Algo que no debe perderse de vista cuando Patxi López sí tiene garantizada la aprobación de su presupuesto con el apoyo del PP.

Pero la falta de iniciativa en otros ámbitos más allá del económico está sembrando cierta preocupación y desconcierto en las bases jeltzales y, llamativamente, es una preocupación trasversal que atañe a sec- tores situados en las dos almas del PNV. Esperan que el próximo Alderdi Eguna, a celebrar el 27 de setiembre, sirva como banderazo de salida para retomar la actividad y cierto liderazgo político.

Pese a todo, no cabe esperar que a corto plazo el PNV vaya a hacer otra cosa que tratar de capear el temporal, mantener a salvo la gestión de las tres diputaciones y tratar de preparar lo mejor posible las difíciles elecciones municipales y forales previstas para 2011 y que van a convertirse en una verdadera prueba de fuego para un partido privado ya del poder en Ajuria Enea.

Para mantener un banderín de enganche entre los suyos, el PNV realizará, eso sí, algún tipo de oferta política en torno al Estatuto, que el próximo 25 de octubre va a cumplir nada menos que 30 años. En el acto de inicio de curso en Zarautz, Iñigo Urkullu anunció que demandarán al PSE que cumpla su palabra de completar el desarrollo estatutario. Y se refirió «al Estatuto aprobado e incumplido», y al «Nuevo Estatuto Político aprobado y menospreciado». A lo que añadió que «pueden empezar por uno, por el otro o por los dos». Pero, en cualquier caso, el presidente del EBB dejó claro que la propuesta que va a hacer el PNV «comienza así: `El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad y para acceder a su autogobierno...'». Es decir, Estatuto de 1979, un marco considerado ya agotado por la mayoría abertzale.

Y tras las elecciones y antes de acabar 2011, el PNV tiene otra cita trascendental, que a buen seguro se irá también preparando durante este curso: la renovación del EBB y la aprobación de una nueva ponencia política. Algunos sectores de la militancia jeltzale, al tener conocimiento de la marcha de Juan José Ibarretxe a Puerto Rico para dar clases durante unos meses en una universidad, han comenzado a expresar su deseo de que opte a la presidencia del EBB dentro de dos años. Es difícil saber cuáles son sus intenciones, pero a buen seguro no le faltarán al lehendakari voces que le animen a dar el paso. Sin ir más lejos, en su última entrevista en este diario Joseba Egibar subrayó en más de una ocasión que Juan José Ibarretxe seguía siendo un activo político, aunque no concretara más.

En cualquier caso, el PNV necesita definir por acción o por omisión qué quiere ser en esta etapa que inicia en la oposición, por primera vez en el Parlamento de Gasteiz. Y algunos de sus principales rectores ya están mostrando que buscan un lugar no muy lejos del PSE.

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