Los ingenuos nos colocamos delante del electrodoméstico esencial con el afán de dejarnos sorprender. Entendemos que los avatares de un partido de fútbol, un salto de altura, una estropada finalista. un concurso memorístico o de una carrera de coches de fórmula uno forman parte de un juego del destino, el esfuerzo, los conocimientos y la suerte. Hasta llegamos a entrar en estadios paranoicos, de conjura, de manipulación en las decisiones arbitrales. Con todas las variantes posibles, confiamos en que las circunstancias nunca sean más fundamentales en el resultado final que el trabajo, entrenamiento, fuerza, calidad, todas esas sutilezas que van tejiendo un tupido colchón sobre el que caer cuando se nos mueven los pies por el desencanto. Si perdemos, que nos ganen por derecho, porque son mejores. Un consuelo.

Pero casi cada día recibimos noticias que nos anuncian todo lo contrario, que casi nada es fruto del azar, que existe un complot planetario para que nuestras creencias queden convertidas en un fallido intento de congeniar con los astros, de sentirnos que formamos parte del mismo equipo que las estrellas del baloncesto o del rock and roll (por cierto, horrorosa entrevista a Fito en CNN). Pues no, somos, además de ingenuos, unos idiotas capaces de creer en lo más inverosímil, como que en las carreras de coches todo dependa de la ingeniería, el caucho, los parámetros de medición y la pericia en la conducción. Ni hablar. Hay otros componentes. Podríamos resguardarnos del frío y decir que existen estrategias.

Estrategias como mandar a un piloto a que tenga un accidente menor, pero que produzca la aparición del coche de seguridad y que ello propiciara a que Fernando Alonso ganara esa carrera. Juego limpio. Ahora ha cantado Nelson Piquet porque lo han despedido. Una venganza. Un escándalo. Y lo que se resume de tal asunto es que Flavio Briatore desaparece, de momento, de las pistas. Una noticia que tendrá importancia en los próximos programas televisivos del corazón o del salchichón. Por cierto, hay un vídeo con Alonso promocionando una marca de ropa que debe tener truco. Otra estrategia. Y Emilio Botín frotándose las manos.